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Breve comentario y reflexión sobre la antropología funcionalista y el artículo de Radcliffe-Brown: "Sobre el concepto de función en la ciencia social"

Publicado el 21 febrero 2014 por Víctor Barrera Alarcón
Alfred R. Radcliffe-Brown“Sobre el concepto de función en la ciencia social” [1]Hace unos días leí un artículo de Radcliffe-Brown, uno de los máximos representantes de la antropología funcionalista, y quien puede considerarse uno de los autores "clásicos de la antropología" que me llamó mucho la atención, por ello he realizado un breve comentario al mismo destacando algunas de las ideas principales y realizando pequeñas anotaciones en aquellos puntos donde o no sé interpretar correctamente las palabras del autor o no coincido con su planteamiento.El texto de Brown trata de mostrar al lector su visión a cerca del concepto de sociedad, usando y desarrollando para ello una analogía entre la vida de las sociedades y la vida de un organismo, a las cuales denominará “vida social” y “vida orgánica”Para el autor, un organismo y una sociedad tienen un comportamiento si no completamente análogo, sí por lo menos bastante similar. Ambos se plantean como estructuras complejas, es decir, formadas por multitud de elementos más pequeños que mediante su interacción acaban haciendo funcionar todo un amplio sistema, ya sea orgánico o social. Tal y como podemos apreciar en las siguientes líneas:
(…) “implica la noción de una estructura constituida por un grupo de relaciones entre entidades unitarias, siendo mantenida la continuidad de la estructura por un proceso vital compuesto de las actividades de las unidades constituyentes.”[2]
Esas entidades unitarias serían los organismos más simples que mantienen el sistema de manera inconsciente mediante su interacción.Como hemos señalado con anterioridad, el autor no lleva la analogía entre la “vida social” y la “vida orgánica” hasta el extremo, ya que continuando la lectura del texto veremos que acaba aludiendo a la idea de la muerte. Para Radcliffe-Brown las sociedades no mueren como lo puede hacer cualquier otro ser vivo, pero sí pueden enfermar, entendiendo por “enfermar” dentro del concepto de la sociedad al mal funcionamiento o a la mala interacción de estos elementos más simples que conforman los organismos.Ante esta última idea no podemos evitar preguntarnos si una sociedad gravemente enferma (según la terminología empleada por el autor) puede acabar muriendo. Esto no lo deja muy claro el texto, ya que entra en una pequeña contradicción bajo nuestro punto de vista. Una sociedad no muere, si no que se transformará continuamente para evitar su destrucción o para responder a una serie de problemas que hasta el momento no se habían planteado. No obstante una sociedad que ha sido obligada a transformarse de forma más o menos brusca, sustituyendo sus bases fundamentales que la caracterizaban puede haber cambiado tanto con respecto a la sociedad que fue en un pasado que podemos considerarla casi una sociedad nueva. Como ejemplo para explicar nuestro argumento podemos imaginar una sociedad que, viviendo en una zona costera basa su economía en la pesca fundamentalmente, posee una lengua determinada y su religión se caracteriza por ser monoteísta, se ve obligada a desplazarse por cualquier motivo (el empuje de otro pueblo por ejemplo) a una zona interior, lejos de la costa. En ese nuevo territorio se ve obligada a cambiar su economía, pasando de ser una sociedad pesquera a una sociedad ganadera, agrícola o, incluso, de cazadores-recolectores. Con el paso de los años y mediante los contactos con las sociedades de alrededor pueden modificar también su lenguaje, así como adoptar dioses vecinos. Por lo tanto, ¿qué quedaría de la sociedad que fue en un principio si han modificado su economía, su lengua, su panteón y otros elementos que los caracterizaban?A no ser que se trate de una conquista en la que una sociedad imponga sus tradiciones y costumbres sobre otra, ésta no muere repentinamente, pero sí puede llegar a transformarse tanto (en un periodo más o menos largo) que no compartirían nada en común un integrante de la misma sociedad de cuatro o cinco generaciones anterior a otro individuo integrante de la misma comunidad pero en una época más actual.Bajo un punto de vista personal, bien es cierto que existen similitudes entre una “vida orgánica” y una “vida social” y tal y como propone el autor, también existen diferencias entre ambas. Pero la aparente “inmortalidad”  que se defiende en el texto de las sociedades, las cuales “ni se crean ni se destruyen, sólo se transforman” como la materia, no me parece del todo correcta.A modo de conclusión señalaremos que este debate sobre la sociedad, los elementos que la forman y la interacción entre éstos ha sido muy extendido a lo largo de la historia del pensamiento moderno, y ya autores como Hobbes o Locke en el Siglo XVII y Rousseau en el Siglo XVIII dan los primeros pasos en este estudio de las sociedades.


[1] RADCLIFFE-BROWN, A.R.; “Sobre el concepto de función en la ciencia social”, en Antropología: lecturas (Paul Bohannan y Mark Glazer, comp.); Madrid; 1993[2] Ibídem.; p. 310

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