CONTRA EL CIELOPAGA O MUERE
DESPIADADOS
Estos son los títulos de una trilogía sobre la banda terrorista que tan profundamente nos marcó como país. Porque la historia de España hoy no puede escribirse, por desgracia, al margen de lo que ETA supuso.
En cada entrega se ha subido un peldaño, se ha ampliado el marco, se ha ahondado en el entorno y con el tercer volumen, se ha completado el círculo. Todo ha sido contemplado, todo ha quedado expuesto. Ante el lector se muestran todos los flancos posibles. De un lado y del otro. Y como en la vida, porque de la vida vivida se habla, todo está mezclado. La razón con la sinrazón, la verdad con la mentira, la mesura con la locura, el odio con el amor, el pecado con la redención.
En la magnífica Contra el cielo asistimos a una descripción conmovedora y nítida del dolor de un padre, un librero que aun destrozado por la muerte violenta de su única hija, lucha con denuedo para restituir el honor de la joven, ignorante esta de que el coche que en ese momento ocupaba era un instrumento de muerte. La toman equivocadamente por una etarra, nada más lejos de la realidad. Contra el cielo salieron lanzados los fragmentos del coche, contra el cielo el cuerpo roto de su hija, contra el cielo se le vació la vida entera y contra todo y todos luchó ese padre coraje para restablecer la verdad y despojar del relato a unos y a otros: los que por un lado quieren convertir a Ainara en mártir de la causa, y los que por otro, la acusan de ser una terrorista. Contra el cielo está plagada de reflexiones certeras y argumentos que cuestionan nuestra sociedad.
En la segunda entrega, Paga o muere, se presenta el tema de la extorsión que de manera sistemática ETA aplicó a los empresarios vascos. El título lo deja todo claro: paga o muere. Lo que no está tan claro es lo otro, el irresoluble dilema entre verse obligado a comprar tu propia vida o la de tu familia, o venderle al diablo la conciencia y la dignidad. El solo hecho de tener que elegir, de que alguien te obligue a elegir entre tu vida o la de los que amas, y tu conciencia, ya es un crimen, porque cualquiera que sea la elección siempre deja un rastro de cadáveres, físicos o morales. A veces, ambos.
Y así llegamos a este broche final de título tan preciso: Despiadados. Porque no hubo piedad. Año 1987; el asesinato, la cobardía del disparo en la nuca. La vileza en la cumbre, multiplicada. Y también el otro terrorismo, el de las cloacas del estado, rebajando este al nivel de los asesinos. Matar es matar, da igual en nombre de qué idea, credo o interés. Siempre se pueden elaborar justificaciones, pero el hecho no varía. Quien acaba con la vida de un semejante, por voluntad, capricho, ideología o locura, es un asesino.
Aquí la víctima es un político. Un político honrado, decente, que por extraño que parezca, y más en estos tiempos, los hay. Suelen acabar echándolos, pero existen.Despiadados se adentra en el alma de unos y de otros. El lector tiene la prerrogativa de contemplarlos a todos desde su atalaya literaria. El narrador sabe de lo que habla, porque lo ha vivido. Día a día. Y lo empezó a contar hace tres libros cuando las pistolas retumbaban en Euskadi.
Pero si hay algo que triunfa en esta novela es, pese a todo, el amor. Un amor imposible pero redentor. Porque Salvador Robles, después de retratar la oscuridad del mundo, siempre nos devuelve al reducto de la esperanza. Quizá su voluntad le lleva a creer en la bondad humana por encima de toda maldad. Sé que no es un ingenuo, ni demasiado optimista. Puede que al final cada uno acabe creyendo posible lo excelso que halla dentro de sí. Y lo que hay dentro de Salvador es una nobleza y una compasión que termina derramándose, por fuerza mayor, en toda su literatura.
Esta trilogía no es solo recomendable para considerar todas las aristas de ETA y su impacto en la población vasca y de toda España, sino también para adentrarse en el alma universal del género humano.
Feliz lectura.