Mucho se ha escrito sobre la figura de Felipe II y sus actuaciones políticas, tanto por historiadores españoles como de fuera de nuestras fronteras. Es normal, siendo el Rey la persona más poderosa de su tiempo con un papel protagonista en los principales escenarios políticos de su época. No se puede desligar la historia de Felipe II de la historia europea de la segunda mitad del s. XVI. Desde las primeras biografías del rey hasta las historias de tiempos cercanos, han menudeado obras no muy ecuánimes. Unas han resaltado una visión muy negativa del monarca presentándolo como calculador, oscuro, soberbio, tirano, déspota, fanático en lo religioso, cruel, incluso asesino entre otras cosas… (una visión recogida y difundida por la Leyenda Negra); otras, por el contrario, han resaltado la imagen de un rey prudente, trabajador, responsable, justo, profundamente religioso… Afortunadamente, de un tiempo a esta parte, diversos autores han escrito una historia de Felipe II menos sesgada, más crítica y enfocada con perspectiva y parámetros de su tiempo y no con los actuales. En esta línea se sitúa la obra de José Miguel Cabañas, historiador especializado en la época de Felipe II, que ofrece una historia bastante completa si tenemos en cuenta las poco más de sus trescientas páginas. Se trata de un ensayo de síntesis, escrito de forma clara y crítica, que recoge las conclusiones de la bibliografía más representativa. Una “Breve Historia”, fácil de leer, que ofrece al lector el acercamiento a las personalidad y actuaciones de una de las personas más poderosas de la Edad Moderna. El autor dedica un buen número de páginas a la historia más personal y más íntima del Rey: su nacimiento en mayo de 1527, su bautizo (ese día llegó la noticia del Saco de Roma por las tropas españolas, conmocionó a la cristiandad y puso a la opinión pública europea en contra de España), su educación como correspondía a un príncipe del Renacimiento, la carencia del trato cercano con sus padres, sus juguetes y mascotas, sus aficiones (la caza, el coleccionismo, la arquitectura…), sus matrimonios y las muy diferentes relaciones con sus esposas, sus amoríos con Isabel de Osorio, la difícil relación con su hijo Carlos al que acabó encarcelando, las emotivas cartas enviadas a sus hijas Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela, el reconocimiento de su hermano bastardo D. Juan de Austria y la relación entre ambos….. Felipe comenzó a ser rey efectivo de España en el momento en que su padre le traspasó los poderes solemnemente en el Palacio Real de Bruselas el 25 de octubre de 1955. El autor destaca cómo el nuevo rey tenía ante sí el reto de resolver los graves problemas que heredó de su padre (peligro turco, el protestantismo, las relaciones con Francia e Inglaterra) y las dificultades de gobernar territorios tan diversos y distantes. Bien es verdad ya tenía experiencia de gobierno: a los 16 años, su padre le nombró regente cuando abandonó España por un largo período de 13 años.
A la izquierda. Felipe II pintado por Tiziano (Museo del Prado) cuando tenía 24 años. Era el retrato preferido por el Rey, se lo envió a María Tudor cuando se concertó el matrimonio. En el centro. Retrato pintado por Sofonisba de Anguissola. Felipe II maduro, es una de las imágenes más universalmente difundidas del Rey. A la derecha. Retrato de Pantoja de la Cruz. Ultimo retrato que se hizo al Rey que tenía 66 años. Refleja los achaques de la edad. Son algunas de las imágenes que ilustran el texto de la obra.
José Miguel Cabañas va a ir explicando, siguiendo un orden cronológico, las actuaciones de Felipe II en cada uno de los cuatro escenarios señalados. Los turcos fueron la principal preocupación al comienzo de su reinado. Felipe se repuso de gran fracaso de la campaña contra Trípoli en 1559 y, después de tomar en 1564 el Peñón de Vélez de la Gomera, obtuvo la gran victoria de Lepanto (1571). La rivalidad con Francia (perpetua en tiempos de su padre) pareció llegar a su fin después de la victoria de Felipe en San Quintín y la firma de la paz de Cateau-Cambresis (abril, 1559). Pasados los años las relaciones se enturbiaron por la participación del rey en las guerras de religión apoyando a los católicos frente a los protestantes franceses. ¿Qué papel tuvo Felipe II en la matanza de la Noche de San Bartolomé? Con Inglaterra, su matrimonio con María Tudor acercó la política de ambos Estados, pero tras la muerte de la Reina las cosas fueron cada vez peor hasta acabar en el enfrentamiento. El apoyo de Isabel a los rebeldes de los Países Bajos y a la piratería que acosaba a los barcos españoles en el Atlántico, la ejecución de María Estuardo y el ataque de Drake a Cádiz llevaron a Felipe II a tomar la decisión (en contra del parecer de muchos) de enviar una fuerza naval contra Inglaterra 1588 que debía embarcar a un contingente de fuerzas terrestres de los Países Bajos para invadir la isla. Describe el desastre de la llamada “Armada Invencible” y analiza sus causas. El problema más importante, para un rey que se propuso como principal objetivo defender combativamente la fe católica (“martillo de herejes”), fue el de la lucha contra los protestantes tanto de España (la Inquisición se ocupó de erradicar algunos núcleos protestantes) como en Europa (Países Bajos y Francia). J. M. Cabañas dedica muchas páginas a explicar cómo fracasaron una tras otras las políticas para sofocar la rebelión protestante en los Países Bajos. No dieron resultado ni la feroz represión del Duque de Alba (el Tribunal de Tumultos encausó a más de 12000 personas y ejecutó a unas 1000, entre ellas las de los condes Egmont y Horn), ni la política más conciliadora de Luis de Requesens, D. Juan de Austria o Alejandro Farnesio. El mantenimiento de una enorme fuerza en los Países Bajos iba a ser muy costosa, a veces los dineros no llegaban y la tropa se dedicó al saqueo de algunas ciudades (el más famoso el de Amberes durante el que murieron 8000 personas y 1000 casas fueron incendiadas o destruidas) que dejó muy maltrecha la imagen de España en Europa. Felipe II fracasó totalmente en su intento de acabar con el protestantismo en los Países Bajos. El autor dedica unas líneas a la anexión de Portugal (tras la cual el enorme poder acumulado por Felipe inquietó enormemente a sus enemigos) y a algunos asuntos de política interior como la rebelión de los moriscos en las Alpujarras sofocada por D. Juan de Austria (siguió una feroz represión) o lo que pudiéramos denominar “el asunto Antonio Pérez”. En la obra se detalla la personalidad de A. Pérez, su habilidad para envenenar las relaciones del Rey con D. Juan de Austria, cómo consiguió implicar al rey en el asesinato de Escobedo, el descubrimiento del engaño de A. Pérez y su prisión, su huida a Aragón y la invocación de la protección de los fueros aragoneses, la decisión de Felipe de acusar a A. Pérez ante el Tribunal de la Inquisición (con jurisdicción en todo el Reino) y, a la postre, enviar al ejército, la ejecución del Justicia Mayor de Aragón… Pérez escapó a la represión y, en París, publicó sus “Relaciones”, otra de las fuentes de la Leyenda Negra. La obra finaliza con un esbozo de lo que fueron los años finales del reinado. En su decadencia física, Felipe vio arreciar las críticas a sus actuaciones políticas (especialmente Inglaterra y los Países Bajos). Las malas cosechas, las epidemias, los altos impuestos, la tercera bancarrota… contribuían a crear un clima de desilusión y descontento que el pueblo, haciendo uso de su ingenio, resumió en este juego de palabras: “si el Rey no muere, el Reyno muere” En la Web de la editorial (sobre el autor, índice, comenzar a leer): http://www.nowtilus.com/pags.php?d=2190517d1058acb70d4f74720bbea446O1O1794