La idea de progreso, modernización, crecimiento, cientifismo, avances técnicos y tecnológicos fue implementada en la sociedad por el Estado-nación moderno y el Capital que la propagaron como la panacea para contrarrestar todos los males y sufrimientos que había padecido la humanidad en épocas pasadas, la abundancia en base a la acumulación de bienes, mercancías y Capital que traería la nueva era con la revolución industrial y tecnológica supondría el paraíso bíblico anterior al pecado original.
Tras esta mascara de felicidad se han originado innumerables guerras, catástrofes de todo tipo y desastres ecológicos ocasionados por el afán de poder y acumulación de riquezas basadas en el deseo consumista del ser humano. La destructividad de la idea del crecimiento sin límites supone un nuevo fracaso en el hombre moderno y de la sociedad en general que nos dirige a un holocausto programado e inevitable de consecuencias insospechadas dado el alcance que están tomando los acontecimientos actuales. La falta de recursos naturales debido a la implacable degradación y destrucción de la Naturaleza conllevará el gobierno de Estados cada vez más totalitarios para controlar todos los recursos naturales y las fuentes de energía y con ello también controlar a toda la población mundial.
Da igual que suceda dentro de 20 como de 100 años, las medidas para controlar el colapso estarán garantizadas en el nuevo orden mundial para las clases privilegiadas, es decir, para la élite de poder que verá hundirse lentamente a la población mundial en la agonía de guerras y enfermedades propiciadas por la escasez de alimentos básicos y la lucha por la supervivencia. Se impondrá la ley del más fuerte como ha venido sucediendo en mayor o menor medida a lo largo de toda la historia de la humanidad.