Entre Dios y el azar elijo a Dios. El azar es como un milagro sin divinidad, un hecho bruto puro, un absurdo materializado. Sin embargo, resulta más sencillo atribuir lo azaroso a nuestra ignorancia que a la realidad en sí misma. De lo contrario, no sólo deberíamos asumir el azar de lo inexplicable, sino también el azar de lo explicable. Pues no hay un caos dentro de un orden, ni un orden dentro de un caos, sino que todo se compenetra.