No suele ser Brian Eno un artista que se complique en exceso a la hora de poner título a sus discos. Si bien tiene varios realmente poéticos, muchos de sus trabajos vienen presentados con un enunciado simple y, a menudo, muy descriptivo de lo que hay en su interior. Entrarían en esta categoría títulos como “música discreta”, “música para aeropuertos”, “música para películas”, “jueves por la tarde” o “la selección Shutov”. También la caja que queremos comentar hoy y que responde al profundamente esclarecedor título de “Music for Installations” en la que se recogen una serie de grabaciones creadas para sonar de fondo en distintas instalaciones artísticas que han tenido lugar en las últimas décadas.
Es conocida la versatilidad de Eno a la hora de componer y grabar, lo que hace que en su obra aparezcan gran cantidad de estilos y también que sea un artista capaz de colaborar con gente de lo más variopinta. Sin embargo, lo que a casi todos nos viene a la mente al pensar en el antiguo miembro de Roxy Music es su música “ambiental”, invento que quizá se desarrolló del modo más fiel a la idea que lo sostiene en la música compuesta para instalaciones ya que se trata, literalmente, de música que suena como acompañamiento, piezas creadas para sonar de fondo mientras el visitante contempla una obra artística. No son composiciones concebidas para ser escuchadas en su totalidad en el momento sino a las que el espectador llega en un momento determinado, probablemente con la música ya empezada y que abandona un tiempo después habiendo escuchado únicamente un fragmento determinado. La gracia es comprobar hasta que punto la música funciona de forma aislada, sin el soporte visual de la instalación y el entorno para el que fue creada.
Ese es el cometido de la recopilación que hoy comentamos y que recoge en seis discos otros tantos paisajes musicales creados por Eno como banda sonora de diferentes instalaciones a lo largo de las últimas décadas. Cuenta el músico en el libro que acompaña al trabajo cómo la música para instalaciones le ayudó a crear el concepto de “generative music”. Se trata de componer piezas de una duración virtualmente interminable pero que, además, fueran evolucionando constantemente en el tiempo sin repetirse en ningún momento. En los inicios, comenzó a experimentar con diferentes cintas magnetofónicas. La idea era grabar en cada una de ellas una pista musical diferente. Una podía contener un tema de piano, otra una lenta sucesión de acordes de cuerda, una tercera, quizá, sería algún tipo de percusión, etc. Las cintas tendrían diferentes duraciones y se reproducirían en bucle de modo que, aunque tarde o temprano todas acabarían repitiendo el mismo ciclo, éste nunca coincidiría (o tardaría una eternidad) con el de las otras. Eno pone el siguiente ejemplo: “si una cinta dura 37 minutos, otra 21 minutos y 11 segundos y una tercera 41 minutos y 17 segundos (y medio), tardarían 221 años en “sincronizarse” y repetir todo su ciclo. Esto con sólo tres cintas. Yo siempre uso entre cuatro y doce”. Si a esto añadimos la posibilidad de utilizar distintos canales separados en diferentes altavoces en la habitación, tendríamos un sistema en el que el propio oyente, al moverse a través de la estancia y acercarse o alejarse de las fuentes del sonido, estaría haciendo su propia “remezcla” de la obra.
A esto hay que sumar el trabajo de Eno como video-artista. Comenzó por casualidad, cuando el músico trabajaba en Nueva York con los Talking Heads. “Estábamos trabajando en el disco “More Songs About Buildings and Food” (1978) y en el estudio contiguo estaban grabando los miembros de Foreigner. Uno de los técnicos que les acompañaba en las giras se asomó a nuestra sala y nos preguntó si estaríamos interesados en comprar una videocámara en color. Como el precio era muy asequible me dije ¿por qué no?”. Una vez en su domicilio, Eno comenzó a experimentar con un aparato que, en aquel entonces, no era todo lo común que se hizo después. Cuando estaba grabando un plano de las Torres Gemelas desde la ventana, se encontraba en una posición en la que tenía que colocar la cabeza paralela al suelo para poder ver la imagen en la televisión así que decidió rotar también la pantalla. Al volver a la estancia se dio cuenta de que el televisor, así rotado, era una especie de lienzo: un cuadro en movimiento. Aprovechando las características de la cámara, que permitía jugar en extremo con la saturación de los colores, los contrastes, etc. grabó la que sería la base de su primera video-creación: “2 Fifth Avenue” a la que pronto seguiría “White Fence” y la más conocida “Mistaken Memories of Medieval Manhattan”. A partir de ahí, siguieron decenas de nuevos montajes, entró en juego el ordenador y las posibilidades se convirtieron en virtualmente infinitas.
Proyección de una de las "77 Million Paintings" en la Ópera de Sydney
En la caja que hoy comentamos encontramos ejemplos de todas estas épocas. Muchos inéditos, otros publicados en tiradas muy reducidas y todos ellos de un gran interés.
El primer disco, titulado “Music for Installations” recoge cuatro piezas: “Kazakhstan”, compuesta para la Expo 2017 celebrada en Astana, acompañaba a la instalación “We Are Energy” del arquitecto Británico Asif Khan. Una de las pocas piezas de la caja en la que participan otros músicos aparte de Eno, en concreto Leo Abrahams (guitarras) y Nell Catchpole (violin y viola). La segunda obra es “The Ritan Bells” y fue creada para una instalación que tuvo lugar en 2005 en el Ritan Park de Beijing como parte de una colaboración artística entre Gran Bretaña y China titulada “Sound and the City”. Continuamos con “Five Light Paintings”, estrenada en 1985 para acompañar a la instalación “Pictures of Venice” celebrada en la Galleria del Cavallino veneciana. Sin salir de Italia pero saltando a 2017, encontramos la última pieza del disco: “Flower Bells” que sonó en el montaje “Light Music” en la ciudad de Bari.
El segundo compacto recoge la música de “77 Million Paintings”, una ambiciosa obra audiovisual creada por Eno en 2006. Consistía en un “software” que combinaba diferentes elementos sonoros y visuales de forma aleatoria. Realmente la parte visual consistían en 296 imágenes fijas que se combinaban entre sí con un máximo de cuatro de ellas al mismo tiempo y que generaban así un número de patrones cercano al del título. El proyecto se estrenó en 2006 en un museo de Tokio pero tenía otra versión para exteriores en la que las imágenes se proyectaban sobre determinados edificios como ocurrió en 2009 con la Sydney Opera House. En su momento fue publicada una versión en DVD de la obra para ser disfrutada en los televisores de las casas de todos los compradores. En realidad “77 Million Paintings” no es sino una versión extendida del tema “Ikebukuro” que apareció en el disco “The Shutov Assembly” en 1992 que a su vez procedía de una instalación del artista inaugurada en Tokio en 1986 con lo que, en cierto modo, se cerraba el círculo 20 años después.
El tercer disco nos ofrece dos piezas utilizadas en la instalación titulada “Lightness” que se celebró en San Petersburgo en 1997. Ambas composiciones, tituladas respectivamente “Atmosphetic Lightness” y “Chamber Lightness” son, como las de los dos discos anteriores, claramente ambientales y pertenecen a la categoría de piezas más tranquilas de su autor. Tanto este disco como los dos siguientes de la caja fueron publicados en su momento de forma aislada en tiradas muy reducidas con lo que eran objeto de deseo de coleccionistas de todo el mundo. En el cuarto compacto encontramos dos obras que aparecieron por separado en su momento: “I Dormienti” y “Kites”, dividida esta última en tres partes. Ambas fueron estrenadas en 1999, la primera en Londres alrededor de la obra del escultor Mimmo Paladino y la segunda en Helsinki con un montaje visual del propio Eno.
El CD que más destaca sobre el resto es el quinto, titulado “Making Space” y consiste en nueve piezas de corta duración y con un componente rítmico mucho más marcado que cualquiera de los otros discos de la caja. Realmente se trataba de una recopilación de piezas que estuvo a la venta en 2010 durante el Festival de Brighton del que Eno fue director artístico invitado en la edición de aquel año.
Cierra la colección el disco titulado “Music for Future Installations”, compuesto y grabado específicamente para la caja que hoy comentamos aunque es muy probable que su contenido termine acompañando nuevas instalaciones de Eno en el futuro como bien sugiere el título.
El seguidor de Brian Eno está de enhorabuena con este lanzamiento ya que pone a su alcance cuatro discos (cinco si incluimos el “77 Million Paintings”) muy difíciles de encontrar hoy en día y además lo hace en una edición preciosa incluso en el más humilde de los tres formatos en los que puede adquirirse (la caja de 6 CDs con un libreto de 64 páginas lleno de información). Los otros dos, ya sea la caja de 9 vinilos o la más lujosa con los mismos 6 discos compactos pero en un formato mucho mayor que permite disfrutar del libro como se merece, tienen un precio prohibitivo pero sin duda merecen la pena si alguien puede costearselos. El contenido musical no decepcionará al seguidor del artista británico puesto que sigue la linea de los trabajos más notables del músico. Para el resto, como leíamos recientemente en una crítica, quizá sea “demasiado Eno” de golpe pero es que hay artistas con los que no hay que andarse con medias tintas y Eno es uno de ellos. Atreverse, muy frecuentemente, nos lleva a grandes satisfacciones.
Nos despedimos con el propio Eno explicando la idea que hay detrás de su música para instalaciones: