Lo de ayer fue un culebrón de esos hollywoodienses que hacen un ruido tremendo durante 10 minutos hasta que se solucionan de sopetón, y es que Brett Ratner renunciaba a primera hora de la mañana a producir la gala de los Oscar basicamente por tener la boca más grande que un Jumbo intercontinental. El realizador ha sido capaz de cagarla dos veces en una sola semana. Por un lado, contestó de la siguiente forma a la pregunta de si ensaya con los actores durante la promoción de su nuevo film Un Golpe de Altura: "los ensayos son para maricas", y ni corto ni perezoso, unas horas después arremetió contra la actriz Olivia Munn (El Gran Stan, Date Night) asegurando que había tenido sexo varias veces con ella aunque no recordaba exactamente su cara.
La renuncia se ha hecho pública por medio de una carta de Ratner en la que reconoce sus palabras desafortunadas y pide que se acepte su dimisión porque su "asociación con el show puede ser una distracción para la Academia y los grandes ideales que representa". En la misiva, el realizador que tiene en la saga Hora Punta su legado más contundente también ha aprovechado para afirmar que no tiene ningún problema con gays, lesbianas, transexuales
A la espantada del cineasta le ha seguido la del presentador Eddie Murphy por eso de hacer piña con el director de su última película, y porque es más lógico decantarse por un tipo que te puede dar trabajo que por un puñado de académicos que jamás te darán un Oscar. Ratner ya ha sido reemplazado por el productor Brian Grazer (que ganó el premio a la Mejor Película por Una Mente Maravillosa en una gala en la que se echó de menos algún fallo en la seguridad anti-antrax) y el clamor popular que reclama a Neil Patrick Harris para sustituir a Murphy es tan ensordecedor como acertado.
Por cierto, hasta este año a todo el mundo le importaba un pedo quien producía la gala de los Oscar. Y seguro que tras esta edición todo vuelve a la normalidad. Hasta que llamen a Bay, claro.