Una combinación de las típicas películas de "polis colegas" con las de bandas callejeras estilo The Warriors y un toque de J. R. R. Tolkien es lo que ofrece esta superproducción de Netflix que además cuenta con varios actores de renombre, y un director como David Ayer al frente, quien sabe darle la fuerza necesaria a la trama policíaca para contrarrestar lo extravagante que puede ser el hecho de enfrentarse a orcos o hadas. En realidad la historia no tiene misterio, y al igual que muchos largometrajes ochenteros, el objetivo es ir del punto A al punto B protegiendo algo o alguien con alguna incongruencia argumental por el camino, pero a diferencia de estos, se complica la vida con deslumbrantes e innecesarias escenas de acción, alargando una historia que, llegado cierto punto, ya no da más de sí. Ni tan mala como dicen muchos, ni tan buena como para no perdérsela.