Pronto se conocerá el resultado de las ventas en las últimas fiestas del cava catalán bebido tradicionalmente en España durante los brindis, en especial en los de fin de año, aunque dos cadenas nacionales de televisión acabaron con ese hábito proponiendo beber cerveza gallega.
La Generalidad catalana tratará de maquillar el resultado para ocultar el desastre de la reacción popular, sin incitación alguna a un boicot, respuesta a los insultos del electo y gobernante nacionalismo catalán contra el resto de los españoles durante todo 2012 señalándolos como vagos y ladrones: “Espanya ens roba!”
Los elaboradores del cava quizás tengan alguna culpa: pagan la cobardía de no haberse manifestado rotundamente contra esas campañas nacionalistas y xenófobas de CiU y ERC, acompañadas del silencio cómplice del PSC-PSOE, y de la poca contestación del PP, que ayudaba a que Mas gobernara; solo Ciutadans previó y anunció el naufragio.
Bodegueros, pero también empresarios de todas las ramas productivas, están pagando ahora su silencio.
El cronista ha preguntado estos días en distintos establecimientos, pequeñas y grandes superficies de dos regiones diferentes, si se notaba un cambio de conducta de sus clientes ante los productos catalanes fácilmente identificables: los síes fueron unánimes.
Numerosos compradores miran ahora las etiquetas de origen de las mercancías. Dentro de la crisis general, los productos catalanes parecen ser los que más la sufren.
Y con la caída general de las ventas si una empresa pierde además un cinco por ciento de su negocio previsto, por ejemplo, es posible que peligre su estabilidad.
Es lo que están consiguiendo las autoridades de una región que vive en gran medida de unos españoles a los que insultan, sin que sus empresarios se hayan atrevido a defender a esos clientes que les dan de comer.
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