Asistí el lunes al concierto que organizó en la Sala Galileo Galilei la página web BroadwayWorld Spain en homenaje a Stephen Sondheim: «Broadway Baby»: un juguete escénico-musical entretenido, falto de pretensiones e interpretado con talento, calidad y notorio entusiasmo por un magnífico grupo de actores-cantantes: Ruth Calvo, Eva Diago, Lourdes Fabrés, Lourdes Zamalloa, Gonzalo Alcaín, David Ordinas y Alberto Vázquez. Al piano, ese superlativo músico que es César Belda. Diego Rodríguez se ocupó de la dirección artística de una velada llena de atractivo que ojalá pudiera tener continuidad.
Pero eso es harina de otro costal. Sentado en la sala, pensaba en cuánto han cambiado las cosas en España en lo referente al teatro musical, y este concierto es buena prueba de ello. Me cuesta trabajo pensar que se hubiera podido llevar a cabo (con los mismos niveles de calidad y de respuesta) hace quince, veinte años... Y es que el género parece haberse consolidado ya en los teatros españoles y su presencia empieza a ser ya habitual. También la existencia de la citada web es consecuencia del interés que despiertan los musicales y de la creciente actividad en su torno.
He escrito muchas veces que el musical es uno de los grandes dinamizadores del teatro madrileño, no sólo en lo económico sino también en lo referente a la exigencia de las producciones. Es difícil encontrar hoy en día montajes «impresentables» y descuidados, y eso, estoy convencido de ello, tiene mucho que ver con el listón que han puesto los grandes títulos del género musical. Hay, por supuesto, excepciones, y algunas de las más llamativas están precisamente en musicales, de los que no diré el título porque están en la mente de todos.
Queda pendiente un cambio de mentalidad en el escenario, los despachos y el patio de butacas. El teatro musical es fundamentalmente eso, teatro, y lo puede haber malo, bueno o regular. Es cuestión de tiempo, espero, que las gentes del teatro lo asimilen como propio, y en eso tienen mucho que decir los propios intérpretes. No me gusta cuando les escucho autodefinirse como «actores de musical», porque significa que ellos mismos se limitan. Son actores. Y punto. Y además cantan, y además bailan... Ser actor de musical resta. Ser actor que canta y baila suma. Su desarrollo profesional dependerá de la versatilidad y la calidad de cada uno (además de otros factores, como la suerte).
En cualquier caso, los aficionados al teatro musical podemos estar de enhorabuena, porque el género bulle.
Pdta. Tengo pendiente comentar los nombramientos de Antonio Najarro y Helena Pimenta como directores del Ballet Nacional y la Compañía Nacional de Teatro Clásico, respectivamente, y hablar de «Veraneantes», la nueva propuesta de Miguel del Arco. Como adelanto, os diré que en los tres casos pulsaría la tecla de «Me gusta».