Estoy de acuerdo con el encendido editorial publicado por el Dr. Manuel Gimeno. El desespero de los pediatras ante esta infección hace que se empleen tratamientos que resultan ineficaces, tanto fuera como dentro del hospital. Sin duda, se hacen con buena voluntad creyendo que mejorará al niño y para que los padres estén más tranquilos al "ver que se le hace algo". Pero ya en el 2010 los expertos españoles avisaron que casi nada se podía hacer. La nueva Guía de Práctica Clínica de la AAP es desoladora.
Sin embargo, debo decir que la medicina es ciencia pero también arte. Los protocolos son importantes en enfermedades muy graves, y muy especialmente ante situaciones complejas, como se ha visto en la crisis del ébola. Ahí no hay más remedio que ajustarse a las pautas o recomendaciones para evitar fallos. En cambio, hay muchas situaciones y enfermedades en que la pauta o el protocolo puede ser modificada por el arte o la experiencia del pediatra y, probablemente, esta infección sea una de ellas.
Grabar al niño mientras tose puede ser muy útil para el pediatra.