Bronx real: The We and the I.

¿Normal si subes al autobús y encuentras a un grupo de chavales chillones y  maleducados intentando ligar, peleando y jodiendo al personal? Si vives en el Bronx SI.

Cualquier adulto mayor se preguntaría si hay algo malo con la juventud de ahora pero en realidad no es nada nuevo.

Michel Gondry seleccionó adolescentes reales de una comunidad del Bronx llamada “The Point”  para filmar esta cinta que relata el viaje de vuelta a casa,  en su último día de clases.

El trayecto del autobús pasa por los barrios del sur del Bronx en una línea a la que llamaron BX66. Es una línea ficticia, pues la cinta se rodó en una distancia de 5 kilómetros que es el radio en el que viven todos los actores y eso le da un feeling muy natural.

Es mucho más que una historia, son muchas historias entrecruzadas de un grupo de personas que luchan por ser auténticas pero que también quieren encajar.  Es la historia de nuestras vidas.

Lo que tiene contar con personajes reales es precisamente eso, realismo.  Parece ser que el reparto no está actuando sino que simplemente está siendo. Si hay un guión, si se sigue una línea, pero se hace de verdad, desde lo que son cada uno de los personajes y esa personalidad también influyó en la historia.

Es muy interesante también el manejo de la cámara, los planos, la fotografía y la agilidad de los movimientos, se hace de tal forma que no nos sentimos encerrados en el bus, fluimos en el interior.

Intervienen personajes  más adultos, su papel es reaccionar ante las actitudes de los críos, porque aún teniendo malas actitudes, tienen un punto agradable que te engancha. También está la parte triste y trágica, pero es lo que tiene la vida, antes y ahora.

La peli le sirve a Michel de escaparate para publicitar otros proyectos, logramos ver un afiche de Megalomania, una animación que trabaja junto a su hijo.

El tema central es finalmente el hecho de que todos somos uno por dentro y otro por fuera y lo único que buscamos es lo que nos haga felices.

A diferencia de otras cintas de Gondry, esta no tiene los efectos ni la magia visual que lo caracteriza,  no obstante es una joya como todas sus obras.