Revista Cultura y Ocio

"Brooklyn follies", de Paul Auster: nunca digas "hasta aquí llegó mi vida"

Publicado el 10 diciembre 2014 por Lidiacasado

Título: Brooklyn Follies
Autor: Paul Auster
Editorial: Círculo de lectores
Género: novela
Páginas: 320
Publicación: 2006
ISBN: 9788467216790

  Nathan y su sobrino Tom, acompañados por Henry, el truhán que regenta la librería de lance donde trabajar este último, se reúnen alrededor de una mesa para, entre deliciosos platos y tragos de un vino excelente, aventurarse a entrar en las habitaciones de sus respectivos hoteles. Existencia: ese lugar donde protegerse cuando la vida se nos pone en contra, el refugio último de los desencantados o de los que no pierden nunca la esperanza
   Hace tiempo que quería leer a Paul Auster. El año pasado abrí boca con Viajes por el Scriptorium y me quedé con ganas de más. Por eso, cuando este año Teresa, de Leyendo en el bus, y Carax, de Asteroide B612, empezaron a hablar de hacer una lectura simultánea de Brooklyn Follies, una de las mejores obras del autor, no me lo pensé y me lancé. Y, la verdad, he quedado más que satisfecha con el resultado.
   Auster me ha conquistado, sobre todo, con su estilo. Un estilo sobrio, pulido, con toques poéticos, reflexivo y con mucha verdad. Un estilo sin florituras pero personalísimo, de esos que se paladean y que van llenándote la boca de satisfacción a medida que vas leyendo: la satisfacción de quien no necesita alardes para demostrar que escribe bien, la satisfacción de quien habla sencillo pero trabajado, la satisfacción de quien deja que todo fluya, que todo sea maravilloso, que todo sea perfecto.
   Y eso que al principio me costó entrar en la historia. Auster se lo toma con calma y alarga la presentación de personajes y situaciones (aunque, eso sí, ofreciéndonos bastante información del pasado útil para calibrar por qué los personajes están donde están) hasta tal punto que no es hasta más o menos la mitad del libro cuando sentí que empezaba lo que podríamos considerar el nudo de la trama o, por lo menos, la acción propiamente dicha. A partir de ahí, el ritmo crece y, con él, el interés del lector. Aunque el narrador también se encarga de que el interés no decaiga adelantando hechos que están por venir, diciendo cosas como "no sabíamos que aquello cambiaría nuestras vidas". Esos indicios van incrementando la expectación de lector y aunque alguna vez son un poco tramposos (como ocurre en el capítulo titulado "Igual que Tony", en el que anuncia que pasa una cosa que luego desmiente en el siguiente... y no diré más, que no quiero fastidiar el libro a nadie) sí te van metiendo en la trama de manera certera.
   En cualquier caso, ese narrador en primera persona, con su estilo analítico y reflexivo y su tono (al menos al comienzo del relato) de "yo ya estoy de vuelta de todo" es, para mí, uno de los puntos fuertes de la novela. Nathan nos lleva de la mano a través de la historia, poniéndonos en antecedentes respecto a determinados personajes y situaciones, alentándonos sucesos que están por venir, analizando el comportamiento humano, asumiendo los errores que ha cometido en su vida y queriendo enmendar algunos de ellos. Con mucha ironía (que hable de su ex mujer diciendo "donde (nombre borrado) y yo la llevamos para celebrar su decimoctavo cumpleaños" me parece soberbio y lleno de significados, implicaciones y sugerencias, de cosas que no se dicen pero se ven a la legua, con una simple tontería como esa) y no menos sentido del humor, Nathan viene a demostrar que por mucho que uno se crea que está de vuelta de todo, que no tiene ya nada que hacer en el mundo y que puede dar por cerrado el libro de su vida, esta siempre te sorprende, siempre pide algo más de ti, siempre te ofrece una aventura nueva, una experiencia desconocida o un amor por estrenar.
   De hecho, la elección de ese punto de vista (el de alguien que se está despidiendo de la vida y que, de alguna manera, trata de hacer repaso de lo que esta ha dado de sí y de saldar cuentas en la medida de lo posible) me recordó al principio a la Elegía de Philip Roth, pero pronto me di cuenta de que no tienen nada que ver. Roth, efectivamente, está en esa línea, pero Auster pretende (creo yo) todo lo contrario: hacernos ver que nunca es tarde, que siempre hay tiempo y que hasta puedes morirte sin morirte de verdad.
   De igual modo, la subtrama que tiene que ver con la camarera me hizo pensar en la película Mejor imposible, aunque también el desarrollo es diferente.
   Y también me han encantado los guiños metaliterarios de ese narrador que habla directamente al lector y que le dice cosas como: "De total desconocida, la B. P. M. se convirtió de pronto en parte integrante de mi vida. Aunque en las siguientes páginas de este libro apenas se la mencione, Nancy está ahí. Hay que buscarla entre líneas", haciendo referencia explícita al libro que el lector tiene en sus manos y a sus páginas y jugando con la expresión "leer entre líneas".
   Si el narrador conquista, no menos lo hacen el resto de los personajes de la obra. Todos tienen heridas y traumas que superar, todos han sido golpeados por la vida, todos han cometido errores y tratan de ponerles solución. La mayoría consiguen encontrar un nuevo rumbo para sus vidas (alguno se queda por el camino, la muerte siempre se cruza en nuestras trayectorias, muchas veces -al menos en la literatura- para hacernos ver algo) y enderezar esos rumbos perdidos que se encontraron en Brooklyn, justo cuando Nathan empezaba a redondear el punto final de su biografía.
   He quedado encantadísima con Auster y con su manera de escribir y de mostrar la realidad. Tanto, que estoy pensando seriamente en institucionalizar eso de "un Auster al año no hace daño" y leer, por lo menos, una de sus obras cada x meses. Le daré vueltas al tema...
   Nos seguimos leyendo.
 

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