Por fin. Por fin se ven los brotes verdes.
Estábamos todos muy preocupados porque el parque actual de viviendas (muchas de ellas obsoletas) colapsaba y paralizaba la construcción de otras nuevas (más modernas, eficientes y confortables) y ayer toda la profesión se ha visto sacudida por un notición, tal vez anecdótico e incluso insignificante en sí, pero que nos ha dado esperanza y nos ha animado y alegrado a todos.
Una persona con criterio ha heredado esta casa:
¿Será nuestro protagonista ese niño que se asoma a la ventana?
Una casa de los años 1970s, viejuna, rancia, bajita, con unas ventanas que no coinciden unas con otras (con lo bonito que es eso), una casa que por no tener no tiene ni tejado, una casa que no cumple el CTE, ni el JÓDETE, ni el YAVESTÚ, una casa que tal vez estuviera aceptablemente bien cuando se construyó (que yo creo que ni eso), pero que desde luego ahora estaba desfasada y rancia.
El heredero de la casa podría haberla remozado y rehabilitado, podría haber mejorado el aislamiento térmico, podría haber instalado paneles solares, reparado desperfectos y, sobre todo, podría haber hecho todo eso con una licencia de obra menor, sin contratar a arquitecto ni a aparejador. Pero no ha querido. Ha hecho bien. Una casa vieja, como un coche viejo, no da más que gastos y problemas: Arreglas esto este año, esto otro el que viene... Nunca paras de gastar y nunca termina de quedar bien.
Aquí hay que tomar decisiones valientes, y el heredero de esa castaña ha hecho lo mejor: Derribarla y hacerse una casa nueva. Esta:
¿Y el trabajo que ha dado? (Arquitecto, aparejador, estudio geotécnico, albañiles, carpintero, electricista, fontanero...) Ejemplo debían de tomar otros propietarios más tacaños. La construcción es riqueza.
La nueva casa, no hay ni que decirlo, es mucho mejor que la antigua. Su dinero le ha costado, pero ha merecido la pena.
Tiene tejado. ¡Y de pizarra!
Las ventanas están todas en fila y en columna, como debe ser. ¡Y las de arriba muerden la cornisa, en buhardilla! ¡Qué detalle tan bonito!
Y hay un balcón-terraza al que el propietario puede salir a dar discursos. ¿Por qué? Porque todos somos contingentes, pero él es necesario.
Toda la planta baja (sótano respecto a la cara opuesta) va chapada de piedra, y de piedra buena, nada de piedras artificiales ni zarandajas. Y las aristas del edificio y los bordes de las ventanas también van chapados.
En fin: calidades de primera, casa bien delimitada y definida con un diseño elegante y señorial, construcción nueva, seguro que tecnología punta... Lo mejor de lo mejor.
Yo estoy muy contento. A ver si cunde el ejemplo y nos van encargando casas nuevas y nos vamos deshaciendo de tanto lastre.
(A ver si esta entrada me la valoran bien los de menéame y los de Satán es mi Señor. Yo he hecho lo que he podido).