Son las 8,58 horas de la mañana. Todos los días, en el amanecer que transcurre desde el 18 al 23 de diciembre, en Brú na Bóinne se produce un hecho extraordinario que reafirma mi admiración por las culturas milenarias. Brú na Bóinne, o Palacio del Boyne, se localiza a unos 8 kilómetros hacia el interior desde Drogheda, en el condado de Meath, en Irlanda, donde el río Boyne serpentea estos bellos parajes arqueológicos. Dominan aquí, en un auténtico corredor, unas impresionantes tumbas prehistóricas donde destacan sobremanera las de Newgrange, Dowth y Knowth.
En este extenso recinto, que no podemos visitar por libre sino a través del Centro de Visitantes y con guía, comenzaremos a conocer a los nativos que crearon las tumbas neolíticas, su forma de vivir, como eran sus hogares, sus herramientas y sus armas. Explicaciones por audio-guía, así como con proyecciones audiovisuales, nos harán entender como se trasladaron hasta su emplazamiento actual las enormes piedras utilizadas en su construcción. Os recomiendo hacerlo a primera hora de la mañana dado que el número de visitantes, sobre todo en Newgrange y Knowton, es limitado.
Y se hizo la luz, a las 8,58 de la mañana, en el interior de Newgrange.
Newgrange, la tumba de corredor más conocida de todo el conjunto, está rodeada por un bordillo compuesto de 97 grandes piedras. Sin lugar a dudas, la más destacada por su impresionante decoración es la Piedra de Entrada. El enorme túmulo creado da cobertura a una sola tumba formada por un largo corredor y, al final, una cámara con forma de cruz. Excavada entre 1.962 y 1.975, fue el profesor O´Kelly quien descubrió la denominada Cavidad del Techo. Situada en la parte superior de la puerta principal, por este pequeño hueco denominado montante se filtra un rayo de sol que recorre los 19 metros del corredor para iluminar, de forma natural, la celda central de la cámara funeraria. Este hecho solo se produce, siempre que las condiciones climatológicas lo permiten, en el solsticio de invierno (del 18 al 23 de diciembre), comenzando a las 8,58 de la mañana. Los cincuenta afortunados en la lotería que pueden presenciarlo de forma natural (diez por cada uno de los días), deben efectuar su inscripción en el mismo Centro de Visitantes o enviarlo por mail en la siguiente dirección: [email protected] . Os informo que, para el próximo solsticio de 2.012, el sorteo se realizará el 28 de setiembre.
Nosotros nos tuvimos que conformar con disfrutar de lo que yo denomino un simulacro. Recorrimos, junto con el guía y el resto de visitantes, todo el corredor hasta la tumba funeraria. El corredor se encuentra mínimamente iluminado de forma artificial. Una vez todos en el final de la cavidad el guía procedió a desconectar la luz. La oscuridad es total; el silencio –felizmente conseguido por parte de todos- te hace entrecruzar tus manos con las de tu acompañante para hacer diluir la sensación de soledad que te embarga. Recreando esas 8,58 horas, un rayo de luz –esta vez artificial- avanza hacia el interior desde la entrada. El interior de la cámara queda iluminado y nuestros rostros esbozan una pequeña sonrisa, no solo de admiración por lo ocurrido, sino por saber que tu ser querido continúa allí, a tu lado. Acabamos de disfrutar del observatorio solar más antiguo del mundo. ¡Una gozada poder haber retrocedido 5.000 años!.
El complejo de Knowth y de Dowth.
A un escaso kilómetro y medio de Newgrange se ubica el complejo de tumbas del corredor de Knowth. Es aquí donde se dan cabida los más importantes tesoros de Europa del arte megalítico como consecuencia de haber estado habitado desde el neolítico hasta el 1.400. Este túmulo está rodeado de 127 sólidas piedras de bordillo. Alrededor de ellas existen otras dieciocho tumbas más pequeñas. Al contrario que Newgrange, aquí nos encontramos con dos tumbas de corredor aunque, de cara al visitante, solo es posible el acceso al corredor oriental.
El túmulo del Dowth, rodeado de un bordillo de 115 piedras, es el menos conocido del conjunto de Brú na Bóinne, aunque es comparable en tamaño al de Knowth. La razón puede estar en que no se puede entrar a las cámaras y nos tenemos que conformar con pasear por el exterior. Una lástima.
Llegamos hasta aquí desde una fuerte plaza normanda, donde hicimos parada y fonda, también a la orilla del Boyne: se trata de Trim. Pero este capítulo lo dejamos para más adelante porque ahora, como siempre, solo me queda desearos: SALUD, ciudadanos viajeros. Otros artículos relacionados: Los acantilados de Moher. Las islas Aran Maldron Hotel. Dublín. The Lake Hotel. Killarney.