

¿Sabéis esa sensación de descubrir y sentir un mundo nuevo tras las páginas? Probablemente, sin rondáis habitualmente por aquí, me imagino que sí. Y es que tarde o temprano, descubrimos algún libro de fantasía que nos envuelve y sumerge por completo en aventuras, vidas y mundos totalmente diferentes al nuestro. Sucede, a menudo, en esas lecturas de joven adulto o middle gradeque buscan ampliar fronteras, desdibujar horizontes y acercarnos a nuevos universos. Y con Bruja Akata, el inicio de la serie Akata de Nnedi Okorafor, he vuelto a sentir esa esencia clásica planteada desde la premisa básica de cualquier libro de fantasía y aventuras middle grade: una niña de 12 años destinada a salvar el mundo.
La elegida es Sunny Nwazue, una joven albina de 12 años nacida en Nueva York que vive en Nigeria, y parece no encajar en ningún sitio. Sin embargo, una noche todo cambia: ve el fin del mundo en una vela. Lo que podría parecer un mal sueño la acaba uniendo con otros tres jóvenes y una sociedad mágica oculta que se distribuye por todo el mundo: la gente leopardo. Sin embargo, no todo son buenas noticias: un asesino en serie anda suelto por Nigeria y los niños, son su principal presa.
Lo clásico también funciona
Como decía antes, Bruja Akatano se sale de los argumentos clásicos de una joven niña elegida para salvar el mundo, presentando situaciones coincidentes y que recuerdan a otras historias de fantasía. Pronto acude a la mente del lector títulos como Harry Potter o Alcatraz. Sin embargo, Bruja Akata cuenta con un arma diferente y que rápido hace olvidar el resto: su ambientación. Okorafor nos lleva de la mano en la creación de una espectacular e imaginativa sociedad mágica (llamada Gente Leopardo) cargada de costumbres y mitología africana. Mascaradas, juju, nsibidi, puñales mágicos… Bruja Akata funciona, de este modo, más que como aventura -que también- como un volumen introductorio y una fascinante presentación repleta de una perpetua sensación de descubrimiento.

El descontrol del ritmo
La mayor pega que uno le puede sacar a Bruja Akata es el descontrol del ritmo. Tras tomarse su tiempo en descubrir la fascinante ambientación, visitar los diferentes emplazamientos y conocer un poco más a cada personaje secundario, Okorafor parece apretar el acelerador hasta el fondo, pasar un poco de vueltas el motor y darnos un final de lo más apresurado. Una especie de clímax vertiginoso, donde no da tiempo a masticar la emoción y la acción va a toda mecha. Quizá (y se nota), he leído en alguna entrevista, este no era el final cerrado que Okorafor quería para su libro, pero los designios editoriales mandan y lanzar un primer volumen de una serie sin saber como resultará no es algo habitual. Una pena, la verdad.
