Revista Cine
Sinceramente, y sin que uno quiera parecer un pedante engreído, estoy hasta las pelotas de tantas ciudades europeas medievales...
Si se quisiera diseñar una ciudad medieval de cuento de hadas, sería difícil superar el centro histórico de Brujas. Sus pintorescos callejones adoquinados, sus bellos canales de ensueño, sus viejas casas encaladas de beneficencia y sus fotogénicas plazas rodeadas de altas torres son irresistibles para el visitante de turno.
Y aquí es donde está el problema, que todos saben de la belleza de esta ciudad, por lo tanto, el incensante trasiego de visitantes es continuo, todo su centro histórico está preparado para dar cobijo a las hordas de turistas (Yo me incluyo en esta horda, como buen gregario) que pasean por sus calles. No recuerdo tal cantidad de gente cuando la visité por primera vez hace diez años.
Esto hace de Brujas una ciudad sin alma propia, un escenario medieval de atrezzo diseñado para satisfacer las necesidades turísticas, realmente poca gente vive en el casco histórico diariamente y todos los negocios de su almendra central son artificiosos. ¿Es Brujas una nueva Venecia?
Sin obviar toda la belleza de esta ciudad, para mí cuando visito distintos lugares es importante quedarte con el carácter de sus habitantes, esto es un hecho que aquí no pude comprobar con total certeza, no sé si son imaginaciones mías ¿O quizá los flamencos son unos estezones antipáticos? Recuerdo esa sensación cuando la visité por primera vez y esta nueva visita confirmó mis sospechas.
De todas maneras, si sabemos abstraernos de todas esas hordas, de estezones flamencos varios y de idílicas terracitas donde es posible que te sajen por un plato de patatas fritas, el paseo por las calles de Brujas es agradable, visitar su Plaza del Mercado donde se erige su imponente torre Belfort, la deliciosa zona del Beguinaje, rodeada por el parque de Minnewater, los barrios de St. Anna y Dampoort y el pequeño parque de Hof Arents donde está el puente de San Bonifacio, probablemente el rinconcito más bello de la ciudad junto a la icónica postal de Brujas: El muelle del Rosario.
En definitiva una cita ineludible para quien se pase por estos lares. Y así volvemos sobre nuestros pasos para regresar a Holanda y darse una vuelta por los pueblos pesqueros de Volendam, Edam y Marken.
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