Revista Cultura y Ocio

Brujuleando. María Penalva

Por Mientrasleo @MientrasleoS
Brujuleando. María Penalva
     "Cansada de que el vórtice móvil alojado en su casa le hiciera desaparecer las cosas más intrascendentes, desde el pareo playero al preservativo fluorescente, decidió llamar al cerrajero para que le instalara una de esas puertas/dimensión paralelas que últimamente estaban tan de moda, y que servían de cajón desastre o baúl conchapiquer a la voracidad del vórtice."
     De niña me gustaba que me contaran cuentos. Es algo que perdemos en el camino ala vida adulta, posiblemente hasta que nos toque contar cuentos a nosotros. Sin embargo me gustaba. Y me sigue gustando. No hablo ya del relato más o menos extenso, sino del cuento como tal. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Brujuleando.
     Brujuleando es un libro ilustrado, como han de estar los cuentos, y que está poblado por  siete historias. Encontraremos vórtices que visitan sillones los miércoles, fantasmas en espejos, artilugios pensados para atrapar suelos, y armarios con un cierto tono musical. También leyendas de agua, y últimos momentos de vida, pasando, casi sin darnos cuenta, por un Golem.
    Y no os diré más, porque ponerme a hacer una relación y resumen de cada una de las historias, máxime si son cortas, sería como desgranar por completo el libro. Así que prefiero que os quedéis con esta pequeña referencia a cada uno de los relatos, marcada por apenas un par de palabras a modo de pista.
     Lo primero, y por aclarar términos tras haber hablado de leyendas, vórtices y fantasmas, diré que no es un libro de terror, sino casi al contrario. Tal vez no sean historias teñidas de rosa, pero todas ellas tienen un regusto amable en la placidez con la que el lector siente que están narradas. La autora, ha conseguido un libro de cuentos que se puede colocar en esa edad indeterminada que va desde que uno comprende un número más o menos amplio de palabras, hasta sus últimos días. Y nos regala siete historias en las que aún se aprecia el tono mágico que adquirían este tipo de relatos cuando los conocíamos en esa época en la que uno creía que las casas pueden salir volando, o que todo se arregla al encontrar un zapato de cristal. quizás, esa atmósfera nostálgica se vea acrecentada por las ilustraciones que acompañan a la historia, cuidadas y en unos tonos uniformes, de esas que elevan el texto a objeto que merece la pena ser considerado también desde el punto de vista estético.
     He disfrutado con su lectura, me ha gustado esa mujer que pierde cosas intrascendentes en un vórtice al que va cogiendo cariño, y también descubrir lo que quería recuperar: ese cuento, lo terminé con una sonrisa. Otros fueron quizá un poco más tristes, según la lectura. Pero todos ellos uniformes en estilo. Y eso es algo que agradezco cuando se trata de una recopilación de cuentos o relatos, que no tengan cambios agresivos en el estilo. Como último rasgo común, la originalidad. Todos con un punto fantástico, o casi más soñador que fantástico buscando atraer de este modo al lector a su mundo. Un libro cortito y ameno, para leer en un rato y mirar durante horas.
     Los libros ilustrados cada vez ganan más espacio en librerías, bibliotecas y estantes caseros. Al menos en los míos, si me fijo, cada vez reclaman más territorio. Y vosotros, ¿sucumbís a los libros ilustrados?
     Gracias

Volver a la Portada de Logo Paperblog