Hay ocasiones (algunas, pocas, maravillosas) en las que el tiempo, el amor y la paciencia se alían para conformar un producto espléndido, que queda y brilla. Es el caso de Bruma sobre los cielos de Ítaca, una recopilación de poemas, dibujos y canciones donde José Antonio Abellán (Murcia, 1956) nos muestra una parte de su producción creativa. Nos habla de la forma dulce con la que sueña los besos aún no recibidos de su amada; de su convicción acerca de que “amanecer junto a ti es mi milagro” (p.25) y que es precisamente su esposa (Mercedes) quien le pone las cuerdas mejores a su guitarra (p.33). A ella le dedica, “desde el balcón del alma” (p.75), infinidad de versos a lo largo de varias décadas, demostrando que el amor puede ser una emoción longeva, purísima, que no se ve erosionada por el paso de los años y que mantiene la intensidad de su llama “después, siempre, ahora” (p.40). Pero también nos habla de las ilusiones que habitan fuera del amor, como ejes complementarios de la vida: el afán revolucionario de buscar un mundo mejor, el combate contra las injusticias, la observación meticulosa de los paisajes urbanos, la búsqueda de la amistad, los paraísos sucesivos que la vida nos va mostrando.
Y qué decir de las magníficas canciones de José Antonio Abellán, que en este tomo no solamente pueden ser leídas, sino también escuchadas, gracias a unos códigos QR que pueden ser convertidos, gracias al móvil, en deliciosas melodías.
Música, colores, fotografías (firmadas por Mercedes Abellán), versos que abarcan desde los años 70 del siglo XX hasta la actualidad… Estamos ante un compendio de belleza que embriaga los sentidos y nos permite sentirnos más cerca de un artista versátil al que les recomiendo que se acerquen.