"Los problemas de esa hermana nación son, en lo esencial, provocados por siglos de saqueo colonial y neocolonial, por el subdesarrollo, por la imposición de una de las dictaduras más largas y sangrientas que vivió nuestra región y por la intervención extranjera".
Discurso de Bruno Rodríguez Parrilla, Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Cuba en la sesión especial del Consejo de Seguridad sobre Haití. Nueva York, 6 de abril del 2011.
Señor Presidente de la República de Colombia y del Consejo de Seguridad, Juan Manuel Santos:
Señor Presidente de la República de Haití, René García Preval:
Hace apenas un año, más de 150 gobiernos y otros actores internacionales nos comprometimos en la sede de esta Organización a prestar una cooperación sustancial para la recuperación y la reconstrucción de Haití tras el desastre provocado por el terremoto del 12 de enero de ese año. En términos declarativos, fue una muestra encomiable de solidaridad.
Los montos comprometidos de 9 mil millones de dólares para la reconstrucción, de los cuales 5 mil se desembolsarían en los primeros dos años, más los valiosos ofrecimientos adicionales en especie, aunque fueran insuficientes, reflejaban una voluntad innegable de cooperar. El principio declarado de canalizar esta ayuda con pleno apego a las prioridades del Gobierno haitiano, de forma que fortaleciera la autoridad del Estado, entrañaba un respeto universal a la soberanía de ese sufrido país y a las prerrogativas de sus autoridades gubernamentales.
Parecía existir una voluntad universal de prestar asistencia a esa nación heroica, la primera en romper el yugo colonial y en abolir la esclavitud en el hemisferio americano.
Desafortunadamente, lo ocurrido desde entonces no ha sido consistente con el espíritu que primó en aquella conferencia del 31 de marzo de 2010. Sin embargo, muchos de los autoproclamados “principales donantes” continúan dedicando exorbitantes recursos a la guerra y a la intervención militar.
Los montos de ayuda financiera y material comprometidos, aunque insuficientes frente a la magnitud del problema, no se han desembolsado. No se ha respetado la voluntad del Gobierno haitiano, ni se ha prestado atención a sus prioridades. La reconstrucción de Haití, con la cual todos nos comprometimos, es una tarea pendiente.
En los meses posteriores al terrible sismo, Haití parecía ser despedazada por los gobiernos de los países más poderosos e industrializados que distribuían sus ayudas, de manera arbitraria y arrogante, mediante sus voraces compañías y algunas de sus más ricas Organizaciones No Gubernamentales.
Hasta hoy, continúa prevaleciendo la canalización de fondos y recursos fuera de los programas y el control del Gobierno haitiano, lo que conduce al despilfarro, la corrupción y la satisfacción de intereses muy marginales o selectivos.
Cuba comparte las preocupaciones expresadas por los Jefes de Gobierno de CARICOM en el Comunicado emitido por su Reunión Inter-sesional del pasado 26 de febrero, cuando se refirieron, con sentido crítico, al Fondo de Recuperación, a la Comisión Interina de Recuperación de Haití, a sus métodos de trabajo, al necesario respeto a las prioridades del gobierno haitiano y al flujo insuficiente de los recursos comprometidos.
Señor Presidente:
Cuba ha concentrado sus esfuerzos en el área que más impacto puede lograr, la salud pública, elemento clave de la sostenibilidad y la estabilidad social de Haití.
En plena coordinación con la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, y bajo las indicaciones y prioridades del gobierno haitiano, hemos trabajado sin descanso en la puesta en marcha de un programa de reconstrucción del sistema nacional de salud, cuya esencia radica en satisfacer las necesidades sanitarias del 75% de la población más necesitada, con un mínimo de gastos.
Desde el 12 de enero de 2010 hasta hoy, han sido atendidos casi 2 millones de pacientes, se han realizado más de 36 mil intervenciones quirúrgicas y casi 8500 partos. Más de 465 mil pacientes han recibido tratamientos de rehabilitación.
Se prestan servicios en 23 hospitales comunitarios de referencia, 30 salas de rehabilitación, 13 centros de salud, 2 posiciones quirúrgicas oftalmológicas y en el Laboratorio de Salud Pública. En los 10 Departamentos del país, se desarrolla un Programa Integral de Higiene y Epidemiología.
El programa de cooperación impulsado por Cuba cuenta hoy con 1 117 colaboradores de la salud, de ellos 923 son cubanos y 194 de varios países graduados en Cuba.
Los recursos aportados solidaria y generosamente por el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, han sido esenciales. Con Brasil, hemos trabajado también estrechamente mediante un Acuerdo Tripartito con Haití.
Cuba ha recibido también el respaldo de varios países para la ejecución de este programa de salud. Namibia, Noruega, Sudáfrica, Australia y España han aportado, junto a grupos de donantes individuales, algo más de 3,5 millones de dólares.
Estamos dispuestos a trabajar con todo país u organización que, de manera estrictamente humanitaria, con respeto y en plena coordinación con el gobierno haitiano, tenga la voluntad de participar en la reconstrucción y desarrollo de su sistema de salud.
Simultáneamente, los médicos cubanos han enfrentado una grave epidemia de cólera. Para ese fin se establecieron 67 unidades, en las que se han atendido más de 73 mil pacientes, la tercera parte de todos los casos de cólera vistos en el país. De ellos, sólo fallecieron 272 personas, para una tasa de letalidad de 0.37 %, inferior en 5 veces a la del resto de las instituciones presentes en Haití. Ello ha requerido abnegación y espíritu de sacrificio para atender a los pacientes, sobretodo en horas nocturnas. En los últimos 77 días consecutivos, nuestro personal de medicina y enfermería no ha tenido fallecidos de cólera.
Una nueva experiencia fue la creación de los Grupos de Pesquisa Activa “Subcomuna Adentro”, que permitió estudiar a casi 1 millón 700 mil personas que viven en comunidades sin acceso a los servicios de salud, y diagnosticar a más de 5 300 casos de cólera en sus propios domicilios.
Traigo estos datos, con toda la modestia de nuestro pueblo, solo para argumentar con ejemplos prácticos, nuestra convicción de que lo que requiere Haití es una ayuda sustancial y desinteresada, estrechamente coordinada con su Gobierno, que contribuya a su desarrollo y a superar las inmensas dificultades y disparidades socioeconómicas que afectan al país e impiden la estabilidad y el progreso de su pueblo.
Señor Presidente:
Haití no precisa de una fuerza de ocupación, no es, ni puede convertirse en un protectorado de las Naciones Unidas.
El papel de Naciones Unidas es apoyar al Gobierno y al pueblo haitianos en la consolidación de su soberanía y autodeterminación. Las fuerzas de la MINUSTAH han estado en ese país para un mandato muy específico de promoción de la estabilidad, que debió y debe respetarse con rigurosidad. La MINUSTAH no tiene prerrogativas políticas para inmiscuirse en asuntos internos que solo competen a los haitianos ni debe hacerlo. No puede aceptarse que sea partícipe de las opciones electorales o que presione a las autoridades soberanas en un sentido u otro. Tampoco tiene ninguna autoridad para hablar a nombre de Haití.
Cuba tiene el firme convencimiento de que la situación humanitaria de Haití no es un tema que competa al Consejo de Seguridad sino a la Asamblea General de quien usurpa frecuentemente sus facultades. No es esta una cuestión que amenace la paz y la seguridad internacionales, ni que se resuelva con fuerzas militares concebidas para operaciones de mantenimiento de la paz. Son conocidas también las serias consecuencias de las omisiones, los excesos, los dobles raseros y los procedimientos antidemocráticos que padece este Consejo.
Los problemas de esa hermana nación son, en lo esencial, provocados por siglos de saqueo colonial y neocolonial, por el subdesarrollo, por la imposición de una de las dictaduras más largas y sangrientas que vivió nuestra región y por la intervención extranjera.
El derecho inalienable del pueblo haitiano a la independencia y la autodeterminación debiera ser, al fin, respetado.
Haití necesita recursos para la reconstrucción y recursos para el desarrollo. Requiere compromiso humanitario y no injerencia ni manipulación política. Hace falta un mínimo de generosidad en vez de tanto egoísmo.
Muchas gracias
http://america.cubaminrex.cu/DiscursosIntervenciones/Articulos/Bruno/2011/2011-04-06.html