
Existe en Colombia un monumento dedicado a los zapatos viejos, pero aquél del que hoy quiero hablaros es otro bien distinto y sobre todo más triste: se trata del memorial en recuerdo a los zapatos, a orillas del Danubio, más concretamente junto al Parlamento de Budapest...
El exterminio de los judíos había alcanzado su apogeo en el Gueto de la ciudad, en el que llegaron a recluirse 70.000 personas y a fallecer más de 10.000 en pocos meses, por lo que hubieron de idear nuevas formas de exterminio, como la de llevar a los judíos hasta las orillas del río, y tras descalzarles (los zapatos eran valiosos y podían ser revendidos), dispararles y arrojarles a las frías aguas de un río que, por momentos, dejaría de ser tan azul.
La obra fue ideada en 2005 por el director de cine Can Togay y posteriormente creada por el escultor Gyula Pauer. Consiste en 60 pares de zapatos de hierro fundido que representan a aquellos hombres, mujeres e inocentes niños que fueron brutalmente asesinados.
Añade incomprensión el pensar que los verdugos no eran los nazis, sino los milicianos húngaros fascistas, pertenecientes al Partido de la Cruz Flechada, a finales de 1944 y principios de 1945, en las últimas fases de la Segunda Guerra Mundial, poco antes de que las fuerzas soviéticas liberaran Budapest.
El monumento a los zapatos, a orillas del Danubio no es impresionante como escultura: Lo que impresiona es imaginar el horror que hay detrás de la historia y lo que representa. Merece la pena sentarse y reflexionar.
En septiembre de 2014 se informó del robo de varios zapatos de bronce del monumento. No quedó claro de inmediato si el robo fue un acto antisemita o una broma sin sentido.