Hoy es el Día Mundial del Cáncer
#stopcancer La enfermedad se ha llevado a varios miembros cercanos de mi familia. Por eso creo que hay que ser especialmente críticos en este asunto. Lo fácil es acudir al discurso que ayer utilizaba el Telediario de la 1 de TVE (y tantos otros medios de comunicación): hay que prevenir. Sí, pero no a cualquier precio y sin convertir la prevención en una parte más del amplio negocio del cáncer.
El cribado de cáncer (screening, diagnóstico precoz) es un activismo imprudente, escribe el médico Juan Gérvas. En un artículo clarividente y valiente escribe que el cribado de cáncer no añade vida, ni la mejora pone en cuestión la efectividad, nula o negativa, de los cribados en relación con el cáncer pues, aunque se está incrementando su utilización, no contribuye a la disminución de la mortalidad y, en determinados casos, provoca efectos negativos indeseables.
Lo que afirma el galeno va contra lo que piensa e intuye la mayor parte de la oblación pero no por ello menos cierto.
“Es contra-intuitivo, pero cierto afirma Gérvas-. No hay mejor vida, ni más vida tras sobrevivir al cáncer diagnosticado en los cribados de, por ejemplo, cáncer de colon, cuello de útero, mama, melanoma, neuroblastoma, ovario, próstata y pulmón”.
Como ejemplo pone el cribado de la hemocromatosis. Por ahora las intervenciones preventivas de la hemocromatosis son simples sangrías repetidas, pero será irresistible la presión para establecer el cribado el día en que haya algún medicamento aprobado con tal indicación.
Con medicamentos “preventivos” para la hemocromatosis, los especialistas, sociedades “científicas” y pacientes de hemocromatosis recibirán generosas subvenciones de las industrias farmacéuticas hasta lograr cambiar (con buena/mala intención) la percepción clínica, ética, práctica y social de la hemocromatosis y de su cribado.
Toda “hemocromatosis genética” se considerará “hemocromatosis clínica” y será buscada activamente y tratada preventivamente sin piedad generando peor calidad de vida. Cabe que empeore el vivir (hasta incrementar la mortalidad) en el 99% tratado innecesariamente durante años, con intervenciones, citas y recitas, análisis y demás.
Según este médico, que acaba de publicar junto a su mujer, también doctora, el libro Sano y SalvoSano y salvo (y libre de intervenciones médicas innecesarias), que estoy leyendo:
“Antiguamente era intuitivo y cierto que se tenía mejor resultado en el cáncer cuanto antes se diagnosticase y tratase. Sigue siendo cierto para los cánceres diagnosticados por sus signos y síntomas (“cáncer clínico”). De ahí el impacto en el decrecimiento de la mortalidad de las mejoras en la organización, diagnóstico, tratamiento y seguimiento de los “cánceres clínicos”.
Esta lógica intuitiva no sirve para el “cáncer cribado”; es decir, para los cánceres diagnosticados mediante la búsqueda activa en quienes no tienen ni signos ni síntomas pues están aparentemente sanos. Entre los “cánceres cribados” hay “cánceres histológicos” (que no se desarrollan o regresan espontáneamente) y “cánceres biológicos” (que llegan a dar metástasis y a amenazar la vida), siendo los primeros muy frecuentes”.
Los “cánceres cribados” son como nueces. Todos parecen cáncer en el microscopio y su diagnóstico como cáncer es correcto. Pero hay “cánceres histológicos” (“nueces vanas”) que nunca crecerán o que desaparecerán espontáneamente. Y hay otros cánceres, los “cánceres biológicos” (“nueces llenas”), que crecerán, darán metástasis y sin tratamiento pueden llegar a ser causa de muerte.
No sabemos cómo distinguir entre estos dos tipos de cánceres y la propuesta es considerar a todos como “cánceres biológicos” (amenazantes para la vida). Esta propuesta refleja al tiempo ignorancia y arrogancia y casi nunca se comenta con el paciente. Es la típica solución sencilla a un problema complejo.
Los “cánceres histológicos” son mayoría (el 60%) entre los cánceres cribados de próstata. En el caso del cáncer de mama, en torno al 30% (en Cataluña, por ejemplo, el 47% entre las mujeres nacidas en 1950 y cribadas a partir de los 50 años). En los neuroblastomas su número ha obligado a suspender el cribado en Austria, Alemania, Canadá y Japón pues morían los niños por el proceso diagnóstico y terapéutico de los “cánceres histológicos“.
Por consecuencia de las intervenciones diagnósticas y terapéuticas innecesarias y excesivas sobre “cánceres histológicos” la consecuencia final es que los cribados matan, como bien demuestra el caso del neuroblastoma. Por ello con los cribados aumenta el número de pacientes diagnosticados de cáncer pero no disminuye en proporción la mortalidad por dichos cánceres, como bien se ha demostrado con datos de Estados Unidos.
Por ejemplo, es irrelevante el impacto de la mamografía en el riesgo de morir por cáncer de mama, pues la mamografía de cribado ni salva ni prolonga vidas, como se ha demostrado con resultados empíricos.
Conclusión de Gérvas:
“La efectividad del cribado es nula o negativa pues no cambia la mortalidad y disminuye la calidad de vida de millones de personas”.