Andrew Mason tiene apenas 29 años y sin haber estudiado informática es el líder de un emprendimiento sin precedentes en la historia. Tal vez estén familiarizados con el sitio Groupon, creado por él en el año 2008 en Chicago.
Lo que hace es ofrecer cupones de descuento para diversos productos y servicios, llegando antes a un acuerdo con los proveedores, que, por su lado, están interesados en promover su negocio. Las ofertas son publicadas durante 24 horas y para poder concretarse la compra se debe llegar a un mínimo de compradores.
Ganando un 50% de comisión por compra, Groupon ofrece al público productos más baratos, y una oportunidad a las empresas asociadas de contemplar mayor cantidad de ventas.
Hoy actúa nacional e internacionalmente. Desde su fundación, ya se realizaron 12 millones de transacciones en los 29 países donde ofrece sus servicios, con ventas de 500 millones en el 2010.
Conectando el site con redes sociales como Twitter o Facebook, las ofertas se propagan rápidamente.
Groupon es un buen ejemplo de una buena idea. El asunto es que no solo se necesita una buena idea. Propuestas interesantes podemos llegar a tener todos, pero pocos son lo suficientemente valientes y hábiles para llevar a cabo esa idea y plasmarla en un emprendimiento concreto. De otra manera, nuestra iniciativa quedaría vagando en el aire.
Sin ser la única condición, es necesario perderle el miedo al fracaso, no darle poder a esas “voces” que nos aseguran que no somos lo suficientemente buenos, competentes, eficientes, o simplemente no tenemos ni el tiempo ni los recursos. Citando a Eckart Tolle (protagonista del posteo anterior) : “El pensamiento está ahí. No hay nada que puedas hacer con el mas que elegir no seguirlo o identificarte con él”. Se trata de hacer un salto de fe, y desligarse completamente del resultado.
En el caso de que efectivamente demos el salto de fe, y por diversos factores no se cumpla nuestro objetivo … tomemos ese “fracaso” como una instancia de aprendizaje.
No rendir el propósito, ni dejar de intentar plasmarlo ya sea con el mismo proyecto o con otro. Poner en acción todos nuestros recursos internos y externos para perseguir nuestro objetivo de bajar la idea del cielo a la tierra, honrando nuestros valores. Y en algún momento, llegaremos a buen puerto ya sea mediante el logro en el mundo externo o la paz y el aprendizaje en el mundo interno. Y si nos negamos a seguir, porque el desgaste es muy grande, sepamos que ni el factor suerte ni ningún otro nos van a acompañar en ese camino, porque no les estamos dando una oportunidad a ellos, ni a nosotros mismos.
Por Camila Ubierna para Puerto Managers