Good night, good luck. Era la frase con la que despedía su programa un famoso periodista estadounidense, Ed Murray, que trabajó para la CBS hace unas décadas. Yo le conocí gracias a la película que dirigió George Clooney. Y hasta ZP le ha parafraseado en un debate previo a las elecciones, en 2006, despidiéndose de la misma manera.
Buenas noches, buena suerte. Apuesto a que nadie había descubierto hasta la fecha que en realidad este locutor, famoso por cómo contaba las noticias en la Segunda Guerra Mundial, en realidad se estaba dirigiendo con sus palabras a....¡los padres recientes!
Sí, sí, porque buenas noches, buena suerte, es lo mejor que me pueden desear a mí ahora mismo. Y ojalá se cumpliese. Para los padres recientes estas palabras se llenan de significado.
Buenas noches, una buena noche, de descanso. Una noche en la que poder dormir del tirón, y no "a cachos". Una noche en la que puedas coger el sueño profundo y relajado más de dos horas seguidas, sin llantos, sin gases, sin cambios de pañal, sin dar teta. Sin despertarse sobresaltado porque no sabes si tienes a la niña en brazos, a tu lado en la cama, o la dejaste en la cuna en la toma anterior porque parece que le habían quitado los pinchos. Una mañana siguiente en la que te levantas después de haberte desperezado tranquilamente...
Buena suerte, sí señor, buena suerte es precisamente lo que se necesita para que se alineen los astros y se consiga lo anterior, que en mi caso, con un bebé de un mes, creo que es imposible. Mi hiquinina, que los primeros días era un angelito ( y menuda diferencia!), cada vez se parece más a su hermano.
Qué mal lo llevo (la falta de sueño)...