Poco a poco, la televisión se ha ido alimentando de programas superficiales, de publicidad y de prensa sensacionalista. Pero todos estos ingredientes ya aparecen con nitidez en los comienzos televisivos. En los años cincuenta, el presidente de la CBS, William Paley, es un hombre sensato, que se mueve entre sus propios intereses empresariales y la responsabilidad cívica. Permite a Murrow realizar su reportaje pero es una víctima de las presiones del poder político y en una de sus conversaciones le dirá a Murrow: “Lucho por mantener la licencia con los mismos políticos a los que tú estás atacando”. En el siguiente fragmento de conversación entre ambos se muestra esa tendencia a renunciar a la verdad por miedo a posibles represalias;
- “Déjalo, McCarthy se autodestruirá, y todos ellos” (William)- “Dijiste que la Dirección no intervendría” (Murrow)- No fabricamos las noticias, las presentamos” (William)En contraposición al periodismo sometido al poder político, el equipo de Murrow desarrolla un periodismo ejercido como contrapoder, como herramienta de denuncia y de responsabilidad social; la televisión presentada como arma contra los abusos del poder, como medio puesto a disposición de los ciudadanos. Por ello, en su reportaje, Murrow realiza una crítica a la actuación de McCarthy al cuestionar su política; “La línea entre la investigación y la persecución es muy difusa y el Senador la ha traspasado a menudo. (...) No debemos olvidar que acusar no es demostrar y que una sentencia depende de las pruebas y del debido proceso judicial. No vamos a entrar por miedo en una época de sinrazón si nos afianzamos en nuestra historia y democracia y recordamos que no descendemos de hombres cobardes, de hombres que tuvieran miedo a escribir, a asociarse, a hablar y a defender en su tiempo las causas impopulares (...). Los actos del Senador de Wisconsin han causado alarma y revuelo en nuestros aliados extranjeros y han dado aliento a nuestros enemigos. ¿De quién es la culpa? No es suya. Él no ha creado este Estado de temor, sólo lo ha explotado y con bastante éxito. El Senador McCarthy decide participar en el programa pero no argumenta ni desmiente las palabras de Murrow sino que se limita a acusar al presentador de comunista; “Murrow es el símbolo y el más listo de la jauría de chacales que se lanzan a la yugular de todo aquél que combata a los comunistas y a los traidores. Hace 20 años se dedicaba a la propaganda de la causa comunista. (...) Pido a todos aquellos americanos que aman este país que se unan a mi en mi causa” En su segunda intervención pública, Murrow rebate el discurso de McCarthy; “El Senador McCarthy intervino para corregir errores que hubiéramos podido cometer en nuestro reportaje. Dado que el Senador no se refirió a las declaraciones que hicimos, podemos concluir que no detectó error alguno. (...) Afirmó, pero no aportó pruebas, que yo había sido miembro de la Internacional Obrera. Esto es falso”. “Buenas noches, y buena suerte” muestra la independencia de los profesionales a la hora de redactar y elaborar los reportajes y la libertad de expresión en un medio de comunicación que acababa de nacer. Se concede la oportunidad al ciudadano de conocer aquellos hechos de verdadero interés para la sociedad del momento y que, por cuestiones políticas, se silenciaban. En lugar de convencer, se pretende mostrar la verdad para que los espectadores adquieran un punto de vista propio sobre el asunto. En este caso no se puede hablar del poder político sino del poder de un medio de comunicación. La responsabilidad social se manifiesta en el acercamiento al público de una materia a simple vista incuestionable, de forma veraz, evitando sesgos individuales o de partido y respetando rigurosamente los datos consultados.
Dentro de un contexto de rigurosa dedicación al trabajo y de ética profesional, los intereses económicos y políticos pierden relieve y se oscurecen, para situar en un plano protagonista a Murrow o, lo que es lo mismo, a la televisión como medio de información y como servicio para la sociedad.