Hoy es jornada de luto en Buenos Aires, mañana y pasado mañana también lo será. Para los familiares de los más de 50 fallecidos el duelo se prolongará indefinidamente. Ayer, un accidente que pudiera haber sido evitado arrebató de cuajo incontables proyectos de vida: de los que murieron ayer, de los que nunca llegarán a nacer del semen o de los fértiles óvulos de los que ayer murieron y de todos los que ayer murieron un poco junto a los que más querían: esposas, maridos, hijos, padres.
Gentes anónimas, .... podría yo seguir escribiendo, pero la editorial de hoy del diario Tiempo Argentino, escrita por su director, Roberto Caballero, está tan bien escrita y es tan tristemente hermosa que prefiero transcribir sus palabras:
"No hay obituarios en los diarios tamaño sábana ni ataúd lujoso para el medio centenar de muertos de la tragedia de Once (de la estación). No hay porque el racimo humano apiñado en ese primer vagón fatal era carne de horarios y maltrato frecuente, esperando bajar para saltar el molinete y poner en marcha el país de todos los días, desde el anonimato de sus labores indispensables. Personas que habitualmente llegan tarde a sus trabajos, después que sacan boleto (siempre a la hora) y les dicen -a veces les dicen- que el tren que esperaban nunca llegará al andén de sus vidas. Madres que dejan a sus hijos solos. Hijos que van a la escuela como pueden. Obreros que inundan obras. Mujeres que limpian baños ajenos. Estudiantes que quieren progresar. No. Los muertos de ayer no tendrán obituario en La Nación, ni nada que se le parezca: porque los muertos de ayer eran trabajadores".
Tiempo Argentino, Argentina, Página 3, Editorial.