Revista Cultura y Ocio
Ah, el desánimo... No dura mucho cuando uno tiene pocos pero buenos amigos. Además, el desánimo es un lujo que los pobres no nos podemos permitir... Así que, fiel a mi teoría de encontrar lo bueno en lo malo, he escrito un texto sobre el motivo del desánimo y tres poemas de esos que vienen solos, sin que uno conscientemente los invoque. Y el desánimo se ha ido por el mismo sitio por el que ha venido. Sin embargo, estos tres días me he dado cuenta de algo. Del tiempo que empleaba en actualizar este cuaderno cada día, a veces hasta 3 veces, y del tiempo que echaba en responder correos electrónicos y en las redes sociales. Estos días, ese tiempo lo he trasvasado a mi tiempo de escritura y he visto como aumentaba considerablemente mi producción diaria de palabras. Y como alguien me dijo, más bien me insistió, estos días: Tú escribe y olvídate del resto... Así que he decidido eliminar de mi vida todo aquello que pueda incidir, de manera desfavorable, en mi estado de ánimo, algo imprescindible para aguantar sentado el día entero. Por lo que, en consecuencia, aunque no voy a cerrar este blog, solo me verás por aquí cuando, como diría el amigo Umbral, venga a hablarte de mi libro, de mis libros, o de alguna historia relacionada con ellos: presentaciones, recitales, etcétera... Y los correos electrónicos únicamente los leeré y responderé cada domingo por la mañana. Si es algo de vida o muerte, algo que no puede esperar, siempre puedes llamarme a mi number de móvil. ¿Que no lo tienes? Ahí está el quid. Si de verdad es algo de carácter urgente, te molestarás en conseguirlo. Dicho lo cuál, te dejo con el poeta Alberto Claver, recitando tres poemas, uno de ellos mío: La autopista: