Otro de los libros en que participo es El del medio de los Panero, de Gsús Bonilla. Colaboro con un relato sobre Panero. Un relato duro, descarnado y sin concesiones, ni a Panero, ni a la galería. Se lo agradezco a Gsús y al editor de Lupercalia, ya que Gsús me pidió un texto breve y le envié uno de 17 o 18 páginas, texto que, por cierto, se incluirá en uno de los Cuadernos de mi ciclo Los que viven conmigo.
El del medio de los Panero se divide en tres partes, a saber: Estados de Facebook o el muro de las apariciones: Apariciones (cuaderno de notas): y A modo de epílogo, otras subjetividades en torno a Leopoldo María Panero, en la que una serie de escritores dan su visión sobre la figura del poeta maldito: Felipe Zapico, Óscar Ayala, Alberto García-Teresa, Ángel Guinda, Alpasky, Julio César Álvarez, Vicente Muñoz Álvarez, Eloísa Otero, José Ángel Barrueco, David González, Sor Kampana, Álex Portero, Esteban Gutiérrez Gómez, Charo Fierro, Elba Martínez, María Ángeles Maeso y David Benedicte.
Te dejo con el texto de José Ángel Barrueco, debajo de la cubierta, con esa magnífica fotografía de José Ramón Vega González:
RÉQUIEM POR UN POETA
No era un maldito. Escúchame: no lo era. Se le abjudicó una etiqueta, se le quiso atrapar bajo un letrero, convertirlo en una marca, llenarlo de neones y dotar a sus muecas del sello de un personaje, como si fuera una figura de cómic o un insecto prendido con alfileres. Pero ya no lo era. Si acaso, podríamos enfocarlo desde otra perspectiva: la del disociado, la del poeta que habita en los márgenes aunque no esté al margen; la del niño rebelde que no rompe el cristal de un escaparate aunque lo pinte de colores. Y esto me empuja a preguntarme si lo vi alguna vez en persona. Sí lo vi, de lejos, en alguna de esas ferias del libro, tomándose su Coca-Cola, fumando sus pitillos, probablemente botines, ambos, de algún canje de última hora o de un sablazo a un escritor, sentado en una silla en esa postura como de marioneta desvencijada y con los hilos rotos. Ésta es la imagen que conservo: el rostro, dislocado; el cabello, en revoltijo; la mano, vieja, sosteniendo un cigarro ("Fumo para frotar el tiempo"); los ojos, en busca y captura de algo que no estaba en este mundo: vampiros ilustres, demonios ebrios, necrófilos hundidos en el fango, poemas como fetos nuevos... No soy capaz de saber, o de recordar, si lo vislumbré en persona, a unos metros de mí, o si todo es un embuste de la memoria y de la ficción y de nuestra capacidad de convertir en recuerdos una suma de anécdotas, fantasías y chismorreos. ¿Es un falso recuerdo? Él ya estaba antes de su muerte en otra dimensión, en un territorio cósmico en el que conviven lo imposible y lo imaginario. Y ahora habita la zona de los mitos que nunca sabremos si llegamos a conocer o no. Porque suelen ser más grandes que su leyenda. Tampoco era una mariposa.
José Ángel Barrueco.
Gsús Bonilla. El del medio de los Panero (Ediciones Lupercalia, 2015).