Revista Cultura y Ocio
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ESPEJOS
Esa mujer, sin dientes a los treinta y ocho,se ríe de la mirada de pergamino de su hermana,conoce bien la línea de pelo rizadoque bordea la oreja de su pequeñopero olvida que la cámara la reclama.Ella no puede encontrar su rostrosobre la superficie de esta fotografía.No hay espejos en sus montañas.
A ti los espejos te perseguían en tu niñezponiéndote triste y en guardia.Ya en décimo grado veías en ellos la Sears Charm School,los ojos perturbadores de tu padre.El peligro de los dedos. El cinturón.Aquel secreto grueso.Ahora esquivas los espejos, y hablas con alivioal pensar en un mundo donde no los haya.
Mi espejo se burla de esa quebrada de niebladonde siluetas estilo Vogue cantan melodías desentonadas.Comidas sin tocar en el plato.Derretidas. Transformadas. El verdadero cuerporeflejando aquella otra postura del sauce.La piel perfecta. Y, sobre todo, el elegante cuello.Lo que hubiera dado yo por la gracia de un cuello así...
Aquella mujer que no reconocesu rostro en la fotografía,¿podemos decir que nunca se ha visto a sí misma?¿Dónde está el espejo lo bastante limpiocomo para decirnos quienes somos?
Margaret Randall en Esto sucede cuando el corazón de una mujer se rompe (Ediciones Hiperión, 199).
Traducción de Victor Rodírguez Núñez.