Revista Arquitectura

Buenos edificios detestables

Por Arquitectamos
A mi amigo virtual The General (@johnygrey), que ha propuesto esta discusión y me ha movido a escribir esta entrada lleno de dudas.
En twitter sigo con entusiasmo a un ingeniero de caminos que se hace llamar The General (@johnygrey), como la obra maestra de Buster Keaton y el nombre de su protagonista. Se dedica a los puentes: profesionalmente a hacerlos y pasionalmente a amarlos y a explicarlos.
Tanto entusiasmo demuestra, tanta pedagogía despliega y tanta sabiduría atesora que para mí es siempre una gozada leerlo. Lo tengo por "amigo virtual" y he tenido más de una jugosa conversación con él. Lo tengo como "amigo" pero ni sé su nombre en este mundo unopuntocero ni qué aspecto tiene. Para mí (y para todo twitter) tiene la cara de Buster Keaton que exhibe en su avatar.
El otro día ha escrito en twitter que lamenta no haber estudiado en la antigua escuela de caminos que está en el parque del Retiro de Madrid, en un bello edificio de ladrillo y en un entorno idílico:
Buenos edificios detestables
Por el contrario, tuvo que padecer la carrera en este monstruoso comealumnos:
Buenos edificios detestables
Para él fue una desgracia que la escuela se mudara de aquel lugar tan agradable a este otro tan duro, tan desagradable, y decía: "Y qué queréis que os diga, que tu casa te define y que el edificio no ayuda a transmitirles a los alumnos el amor al Arte y a las Humanidades".
Me sorprendió esta afirmación en una de las personas que con más lucidez habla de belleza, de arte y de humanidades. Me encanta cuando habla de la belleza de un puente, fundamentada esta en lo bien que trabaja aquel, y con cuánta lucidez explica los porqués de tal forma o de tal detalle, y los aciertos de diseño que impiden malos comportamientos de tal sección, y de todo ello glosa una precisa y lúcida alabanza a la belleza, a la belleza real que yo también defiendo: "La belleza es el resplandor de la verdad". Y todo eso, naturalmente, son Arte y Humanidades. Para mí son el Arte y las Humanidades más elevados. Salvando la maniquea y falsa caricatura de la oposición entre el arquitecto y el ingeniero, con The General da gusto hablar porque entiende la arquitectura y le gusta, y porque hermana estas dos profesiones en una misma misión.
Por eso me sorprende que diga que le gusta el edificio antiguo, que yo veo como anodino pastiche sin interés alguno (aunque sí: agradable), y que odie el nuevo, que yo veo muy interesante. (Cuando habla de los entornos, de la proximidad al metro y esas cosas sí estoy de acuerdo con él, pero como edificio veo el moderno mucho más eficaz y apropiado).
Le digo que es obra de los arquitectos Luis Laorga y José López Zanón y que es un buen edificio moderno que ganó el concurso en 1963. (Clicando aquí podéis leer un informe).
Buenos edificios detestables
Me dice: "Te voy a ser sincero: El edificio sumado a su uso (como centro de tortura) es una pesadilla. Y no es acogedor en absoluto para el alumno. Y con este sentir se me hace muy difícil verle las virtudes". Y añade: "Y esto me lleva a una duda que te traslado, a ver qué piensas: ¿Si la mayor parte de los usuarios de un edificio lo detestan, es buen edificio?"
Menuda pregunta. Uf. Es definitiva. No sé qué decir. Pues que no. Claro que no. No puede serlo.
Pero vamos, por el mero placer de debatir, a señalar dos posiciones extremas:
1.- Una de las funciones más importantes de un edificio es satisfacer a sus usuarios, hacerles las cosas agradables, ser limpio con ellos, ser sincero, ayudar a que realicen sus tareas (en este caso dejando entrar bien la luz, estando bien climatizado, siendo cómodo, etcétera). Por lo tanto, si sus usuarios lo detestan es un mal edificio. Sin duda.
2.- Supongamos que el edificio sea bueno y los usuarios no sepan, o no puedan, o no estén en condiciones de apreciarlo. Supongamos que lo odien por lo que no es: por la dificultad de las asignaturas, por la dureza de los profesores, por la falta de compañerismo con los demás alumnos... Yo qué sé. En ese caso los usuarios pueden detestar un buen edificio.
Pero The General me ha demostrado muchas veces su buen criterio y su fino instinto como para liquidar la conversación con una salida apresurada del tipo: "Tú confundes la calidad arquitectónica con la hostilidad de la carrera". Sí, yo podría argumentar que puede haber una cárcel que sea un magnífico ejemplo de arquitectura, pero que no por ello los reclusos van a ser muy felices en ella. Pero parece ser que la cosa no va por ahí.
Estudiando el proyecto se aprecia, y lo afirman sus autores, que todo se ha hecho de una forma muy "científica" y un tanto fría: Iluminación uniforme, recorridos optimizados, buena distribución...
Sencillamente con ver las plantas nos hacemos una idea:
Buenos edificios detestables
Buenos edificios detestables Plantas primera y segunda. (En el enlace que he puesto se pueden ver todas).
La forma de concebirlas... la forma de dibujarlas... la trama modular... No hay ninguna concesión ni ninguna "piedad".
No obstante, sí se aprecian algunos rasgos de ternura o de sensibilidad (siempre dentro de ese concepto frío y eficaz) en algunos ambientes:
Buenos edificios detestables
Buenos edificios detestables
Buenos edificios detestables
Buenos edificios detestables
Para mí son espacios limpios, inteligentes, estimulantes. No sé si son acogedores. Supongo que no; pero no se trata de acoger y mimar a los alumnos, sino de incitarlos a comprender, o a lo que sea.
No conozco la escuela "en carne y hueso". Este tipo de edificios siempre está sufriendo adaptaciones y reformas, y a menudo el uso deteriora las que parecían mejores ideas y se acaba imponiendo lo más trivial: la mampara de aluminio colocada de cualquier manera, la ventana condenadas sin motivo, el pasillo corregido por una agregación de una sala...
Pero no quiero ir a la excusa fácil: Se ve que esa escuela es dura desde el primer día. No quisiera reconocer que además de dura sea hostil, pero quienes la han sufrido lo dicen, y hay que creerles.
Es una obra de arquitectura racionalista que a mí me parece muy estimulante (por aquello de que el órgano erótico por excelencia es el cerebro, y de que, en definitiva, lo que más nos excita es comprender y entender). Es una arquitectura que muestra sus tripas, que exhibe sus trazados reguladores, que expone sus "fórmulas secretas" (que por lo tanto no son secretas en absoluto), que manifiesta sus "tiras de luz", sus soportes, sus huecos, sus espacios a doble altura y su sincera geometría.
Es, además, una obra para "crías de ingenieros de caminos", con todo lo que tiene eso en nuestro imaginario colectivo: Cerebritos, cabezas cuadradas, inteligentes, exhaustivamente calculadores, listos, cultos... y que además cuando hay que escribir novelas lo hacen mejor que nadie, y cuando hay que hacer lo que sea lo hacen estupendamente porque, entre otras cosas, han sufrido un adiestramiento de marine americano y porque la durísima selección cotidiana, agotadora, interminable, ha ido decantando y eliminando a las personas normales y solo ha dejado llegar a la meta a las extraordinarias.
Estos ingenieros -o al menos The General- son capaces de llegar a la más alta emoción ante unas líneas de descarga que van como tienen que ir, o ante una junta de dilatación sabiamente diseñada. Se supone que ellos deberían ser los primeros en celebrar la arquitectura racionalista y desnuda de su escuela de Madrid. Pero se ve que no. Y además se ve que quedaron tan hartos de ella que ya, una vez salen por sus hostiles puertas, se refugian en este colegio:
Buenos edificios detestables Colegio Oficial de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos en Madrid, proyecto historicista-romántico del arquitecto bilbaíno Manuel María Smith.
Un lugar que les consuela de todas las penurias pasadas y donde se encuentran mucho más a gusto. (Es un edificio diseñado para eso).
Yo tenía mi estudio al lado y lo veía todos los días, y siempre he pensado que cada colegiado tiene allí su batín, sus zapatillas de paño, su sillón de orejas, su cava de puros y su botella de coñac.
Pero no quiero escurrir el bulto: La carrera de ingeniería de caminos es durísima, y los años durante los que se cursa son muy estresantes. A lo mejor el edificio donde se estudia esa carrera ha de ser así de racionalista, de geométrico, de frío, pero creo que no le vendría nada mal tener alguna "habitación cursi" de las que tanto celebraba Ramón Gómez de la Serna -hablaré sobre ello- para desahogarse y consolarse. No se puede estar todo el tiempo declamando teoremas y fórmulas. A veces hay que decir un chiste, una parida, una frase cursi. Hasta los superhéroes que estudian ingeniería de caminos tienen sus debilidades y sus necesidades. (A veces incluso parecen personas).
En definitiva, y para no seguir escondiéndome de The General: Me parece mucho mejor arquitectura la de la escuela de Laorga y Zanón que la de la antigua del Retiro y que la del colegio. Pero muchísimo mejor. Sin discusión.
Ahora bien: Al parecer la buena arquitectura no es suficiente. O, mejor dicho, que un edificio sea racional, preciso, bien iluminado, calefactado, etc, que sus recorridos estén bien pensados y no sean demasiado largos y que su compacidad lo haga económico y asequible de mantener no lo convierten necesariamente en buena arquitectura. Quiero decir buena buena arquitectura. (Pero buena-buena). Si sus usuarios lo detestan es que algo no ha ido bien. Aunque la carrera sea insufrible, aunque los profesores sean crueles, aunque las asignaturas sean horribles, el edificio debería consolar un poco. Al menos un poco. Y no llevarse más culpas todavía. Lo menos que podría tener esa escuela es el reconocimiento de "la carrera es un infierno, pero la escuela, la pobre, hace lo que puede por confortarnos".

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