Ante todo, y de nuevo, quiero agradecer a Babelio sus iniciativas, esta vez, en concreto, su Masa crítica, que me ha permitido conocer a una autora hasta hoy oculta para mí.
Me ha gustado la escritura de Victoria González Torralba. Es una narrativa clásica en la que abundantes descripciones conviven en armonía con metáforas, personificaciones, animalizaciones, cosificaciones... En fin, ahora entraremos en ello, pero el conjunto resultante es bastante lírico, algo inusual en la novela policíaca. Y la denomino así porque así lo hace Siruela, pero la policía no aparece... ¿o sí? En realidad quien lleva el peso de la investigación es Laura, una chica de clase baja que poco a poco nos va introduciendo en su vida, propia de lo que en Francia (en el siglo XIX) se denominó roman-feuilleton. De hecho,Buenos tiempos, por sus capítulos cortos, su estilo, y la intriga final de cada uno podría haber sido publicado en un periódico poco a poco, por entregas. Pero son otros tiempos y ahora es difícil la venta de diarios en papel.
El caso es que los lectores comenzamos a leer Buenos tiempos bastante confiados, tranquilos y a cada capítulo que terminamos se va apoderando de nosotros una inquietud mayor; hasta el final.
Laura va componiendo un retrato de sí misma, hasta que la conocemos y nos apenamos de ella porque su vida ha sido bastante aciaga. Abandonada por su padre, siendo muy pequeña, y privada de su madre cuando, según las habladurías, se tiró a las vías del tren, queda a cargo de unos tíos que no le permiten estudiar, la ponen a trabajar en un bar de la playa y más tarde, también a limpiar casas. Laura lo acepta todo, casi como una liberación, pues no soporta estar en casa de sus parientes, hasta que un día su tío la insulta y le da un bofetón; esto hace que se vaya de allí y se refugie en la casa donde ha sido contratada para limpiar. Allí se enfrentará a los sentimientos contradictorios que Álex Lobo le produce.
Asimismo la relación de confianza que tenía con Juan Sil, el propietario del bar donde trabaja, se ve empañada por ciertos comentarios sobre quién era en realidad su padre. Su nerviosismo va en aumento cuando se siente acosada por el Hombre de los perros, alguien a quien no conoce del todo pero parece que él sí sabe quién fue su familia en realidad. Allá donde vaya él estará allí, a veces para protegerla, pero nunca se sabe. Todo esto hace que no perciba seguridad plena excepto con Antonio, un turista que la introduce en la lectura.
Nada es lo que parece, la trama da un giro tras otro hasta que Laura intuye la realidad y, ayudada por sus verdaderos amigos, logra saber qué ocurrió realmente con sus padres, quiénes fueron y cuál será su futuro. Un futuro en el que ahora sí se adivinan buenos tiempos.
La idea de que el trabajo dignifica y libera está presente en Laura; de hecho ella experimenta cierta redención cuando es contratada como sirvienta "Trabajar en la Casa de las Buganvillas me convirtió en otra persona. Mientras [...] lavaba [...] cepillaba suelos [...] descubrí [...] que uno puede ser uno mismo sin percibir su existencia como una carga".
Abundan en Laura las comparaciones poéticas "Mis emociones eran como el agua reposada de un estanque", las personificaciones "Hasta el mar tenía un aspecto apesadumbrado", las cosificaciones que aportan cierta belleza clásica, "...su rostro, que adquirió una consistencia pétrea, de estatua antigua", las metáforas que empequeñecen al hombre mientras ensalzan a la naturaleza, "Los paisajes también mueren si nadie los recuerda".
Victoria González Torralba ha escrito algo más que una novela policíaca, su narrativa es un homenaje a la literatura clásica, por eso encontramos guiños a otros escritores, como a Susana Martín en Especie, "El pulpo había cambiado de color. Aún se movía pero yo sabía que estaba muerto"; a Guillermo Borao en La sastrería de Scaramuzzelli, "llegó un punto en que solo se sentían bien vestidas si era ella quien las aconsejaba"; a Stevenson en La isla del tesoro "Te gustará"; o a cualquier italiano que, como Sciascia, haya escrito sobre la mafia "Él no perdona. Nunca [...] Tuve que emplearme a fondo para que se conformara con un solo dedo de Salvador".
Buen descubrimiento el que me ha permitido Babelio. Será obligado seguir a Victoria González.