«Todo lo ignora quien nada duda» decía el militar, poeta y diplomático español del siglo XVII Bernardino Rebolledo.
Se dice que hay un único bug en la ortografía española. Una palabra que existe gramaticalmente y se puede pronunciar, y que sin embargo no se puede escribir. ¿Cómo se escribe el imperativo de salirle?
La RAE dice que la interpretación forzosa como dígrafo de la secuencia gráfica “ll” en español hace imposible representar por escrito la palabra resultante de añadir el pronombre átono «le» a la forma verbal «sal», oralmente sí es posible -[sál.le al páso]-, ya que los pronombres átonos pospuestos al verbo han de escribirse soldados a este, sal + le, pero escrito daría «salle», cuya lectura sería forzosamente [sá.lle], y no [sal.le].
Pero no es cierto que sea el único bug que tenemos en nuestra lengua, existen otros errores de funcionamiento que llevan a auténticos callejones sin salida. La idea es encontrar una solución posible para cada uno de ellos.
¿Por qué algo que se puede pronunciar no se puede escribir? En el caso que acabamos de ver es sencillo de entender. Y la Ortografía de la RAE es tajante. Pues la secuencia “ll” se debe pronunciar forzosamente como una elle, por lo que es imposible representar por escrito esta palabra.
Pero hay otros casos donde podría ocurrir algo parecido, quizás sean un tanto rebuscados, pero no dejan de plantear una incógnita ortográfica: malladrón, sollunar, millíneas, entre otras. Una solución razonable podría ser la de poner un guion. Mal-ladrón, sol-lunar, mil-líneas.
Otra opción sería usar el circunflejo. Antiguamente el circunflejo se podía poner en vocales que seguían en español a “ch” para indicar que esta consonante no se pronunciaba como solía, es decir, como una “ch”, sino como una “k”. Veamos un ejemplo, monarchîa. Con la “x” pasaba lo mismo, para no confundirla con una “j” y entenderla como la “x”, exêquias. Así, se podría poner circunflejo sobre la ”e” para indicar que la secuencia “ll” se pronuncia de forma distinta a la habitual: sallê.
Pero compliquemos un poco más esta paradoja del lenguaje. Imaginemos que en el coche llevamos una vaca -de plástico o madera, claro, no vayamos a ofender a los animalistas- y la llevamos encima de la baca, y en un semáforo frenamos en seco y ambas se caen al suelo, diríamos se que nos han caído las dos [bácas], pero, ¿cómo lo escribiríamos? Estamos otra vez ante un caso de algo que se puede pronunciar, pero no escribir.
Nos encontramos con que las palabras son homófonas, pero no homógrafas. Oralmente se pueden tratar como iguales, pero nunca por escrito. Por ello, aunque digamos [bácas], deberíamos escribir baca y vaca.
Y se pueden encontrar más ejemplos, por ejemplo, si eres de los que leen la abreviatura EE.UU. deletreando, estás creando otro bug. ¿Por qué? Porque si la abreviatura de Estados Unidos tiene dos “es” y dos “úes” es precisamente por eso, porque es una abreviatura y no una sigla. Por lo tanto, se debe escribir con puntos (EE.UU.) y leerse con las palabras enteras, es decir, como si pusiera Estados Unidos. Por lo que leer [é é ú ú] es hacer siglas lo que en realidad es abreviatura.
Bastaría entonces con poner los puntos a la abreviatura y tratarla como tal. En realidad debemos asumir que EEUU ya ha pasado a sigla igual que otras abreviaturas como SA. Algo parecido a lo que ocurre cuando se dice “etecé, etecé” por “etc”.
Palabras como pizzería son híbridos que tienen parte de extranjerismo (pizz-) y parte de palabra del español (-ería). ¿Por qué podríamos tomar esta palabra entonces como un bug? Muy sencillo, porque como extranjerismo que es, debería escribirse en cursiva, pero la parte en español no tendría por qué. Pizza se debe escribir en cursiva porque la pronunciación de la secuencia “zz”como [ts] (recomendada por la RAE) no es la esperable en español y, por lo que se considera un extranjerismo. Pero, si se le añade una terminación española como “ería” o “ero”, la palabra ya no es en rigor un extranjerismo crudo.
Esto ocurre igualmente con los derivados de nombres propios como “nietzscheano”, la RAE propone escribirlo en redonda (aunque la pronunciación no sea la deseable en español). Curiosamente, en la definición de pizzero del Diccionario de la Lengua Española, aparece “pizzas” en cursiva, y eso que en italiano el plural de pizza es “pizze”.
Y hay más casos en los que la solución que da la RAE no contenta demasiado. Otro caso en el que es difícil plasmar por escrito lo que se dice, es escribir el plural de siglas como CD, ONG o DNI, que se pronuncian [cedés], [oenegés] y [deneís], si se pone una “S” mayúscula, esta podría confundirse con otra sigla y, si se pone una “s” minúscula, se infringe la regla de no combinar minúsculas y mayúsculas en las palabras. Una opción es la de usar el apóstrofo en estos casos, como en inglés (CD’s), pero la RAE rechaza el empleo de este signo, igual que en expresiones como los 80´s, aquí con más razón porque no se dice los ochentas.
En el caso de ONG, la RAE ya recoge oenegés. Igualmente se podría escribir cedés o deneís. Sin embargo, esto parece ilógico, precisamente cuando lo que se intenta al usar siglas para reducir caracteres.
Por eso Cds, aunque la RAE lo censure, los 80s, ONGs y DNIs es lo más indicado, pues no parece que la “s” se puedan confundir con una sigla.
En definitiva, hay palabras y expresiones correctas que en ciertas circunstancias no resultan adecuadas y, al contrario, hay ocasiones en que lo adecuado es lo incorrecto. Por ello siempre un mensaje resultará adecuado en la medida en que cumpla la intención del emisor, y eso depende de que el hablante haya acertado a la hora de elegir las palabras, de que haya pensado en quién es el interlocutor y, de que se ajuste a la situación en la que se produce la comunicación.