Desde siempre quise una buhardilla. No se porque, si por lo bucólico, por las series americanas que marcaron mi infancia, o por que me encanta ver los tejados. Y fíjate que antes de comprar nuestra casa, me enamore perdidamente de un ático reformado en el centro. Un espacio lleno de encanto, arquitectura y un aire único. Pero eso si… lejos muy lejos de nuestro alcance. Así que, esta buhardilla de diseño nórdico que os traigo, en cierto modo me recuerda a aquel espacio. Que mostraba actualidad, diferencia, y contrastes.
Con un toque delicado, marcando por los colores pastel, los delicados rosas, y mucha luz, que se une a la pintura luminosa, y un suelo impoluto y blanco.
Este ático, pese a ser abuhardillado, se trata de un lugar con muchas posibilidades y sin esos inconvenientes rincones de alturas incomodas que generalmente suelen marcar esta arquitectura.
Lleno de soluciones insolutas, de separaciones móviles, o de una vista privilegiada de un comedor que se muestra delicado en contraste con las paredes de ladrillo. Sin duda, para mi… ponme dos. Que este tal cual me lo quedo.
¿Que os parece?
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