Temerario es lanzar un búmeran y que te acabe partiendo el cráneo. Pongamos un ejemplo de esto al alcance de los niños. Un departamento del sector público oferta que trabajadores ajenos al mismo realicen las labores que el propio departamento no realiza, aunque tenga personal suficiente para hacerlas y para ello organiza un concurso. El contratista intermediario puede ponerse temerario y bajar todo lo que crea poder hacerlo el presupuesto, porque una vez adjudicado puede decir aquello de que es el presupuesto que hay.
Y una vez pillado el contrato, necesita que alguien haga el trabajo, para eso están los ciudadanos de fuera, que gracias a las condiciones tercermundistas en las que viven deberán aceptar lo que sea por el precio que se les diga, así que se calcula que si aceptan trabajar por 5 euros la hora van que joden. Pero como no es cuestión de andar pagando cuotas a la Seguridad Social ni contratando gente, decide que para eso lo mejor es que quien acepte lo haga con la condición de que sea un "contrato mercantil". Que es lo mismo que trabajar a comisión pero sin comisión y realizando labores de oficina, sólo que a destajo, porque no es empleado, es un emprendedor español ¡aleluya!.
El despistado que acepte y firme, será borrado de la lista de demandantes de empleo, porque en realidad ha firmado que se dará de alta como trabajador por cuenta propia. Cuando descuente de la factura el 21% de IRPF y el otro 21% de IVA se dará cuenta de que ha firmado trabajar por menos de 3 euros la hora. Como es trabajo para la cosa pública, puede que decida trabajar 37 horas semanales como corresponde al sector público por habérselo dado a sí mismos. Pues ni tan mal, oiga, al cabo de la semana habrá trabajado 37 horas y ganado la astronómica cifra de 107 euros. Al cabo de un mes, tendrá derecho a cobrar nada menos que 429 euros.
Ah amigo, pero se le ha olvidado que como trabajador autónomo que es debe pagarse de su bolsillo las cuotas obligatorias a la seguridad social, así que debe descontar los 268 euros que o paga o será sancionado por no hacerlo en el plazo debido con un recargo del 20%. Pero como es un ciudadano honrado que cumple con sus obligaciones para con el estado, paga y comprueba que le quedan 161 euros, que es lo que gana al mes. De ahí se puede descontar el transporte, si opta por la tarjeta de transporte pagará 55 euritos y como no tiene tiempo de andar haciendo declaraciones trimestrales de IRPF y de IVA, si no quiere que le sancionen por un despiste, es mejor que se pague una gestoría que le lleve los papeles, nada, unos 45 euritos al mes si es barata.
Tras trabajar todo el mes habrá ganado la astronómica cifra de 61 euros, con los que sin duda pagará todos sus gastos y los de su familia. España es cojonuda para estar de turista siendo europeo como se puede ver. Haciendo cuentas, comprobará que ha trabajado 148 horas a cambio de esa gran ganancia. En resumen, habrá trabajado todo el mes por 0,4 euros la hora de trabajo descontados impuestos y gastos generados por hacerlo. No es de extrañar que las empresas españolas se estén deslocalizando del Tercer Mundo, no encuentran allí gente que trabaje por ese dinero y por eso regresan a España, donde esperan poder lograr esas condiciones excepcionales de productividad que es trabajar por nada y pagarse los gastos.
La baja de la empresa aplaudida por el departamento del sector público que encarga el trabajo ha sido tan temeraria que lo normal es que renuncie al contrato por ser imposible hacerlo por el importe ofertado. Así que las labores contratadas en el exterior deberían volver al departamento de donde salieron. Pero los temerarios del mismo ya han valorado el precio de su propio trabajo y no tendría sentido pagarles una cifra distinta por lo mismo. Así que ahora deben de realizar las labores por el precio que consideraron que deben cobrar los que las iban a realizar a la hora de adjudicar el contrato. Todo el personal pasará a trabajar en las condiciones que el propio departamento ha decidido que sean las óptimas, y por lo tanto, cobrarán lo mismo y cada uno se pagará iguales gastos en idénticas condiciones laborales.
Pues que así sea, lo que vale para unos tiene que valer para otros porque el trabajo es el mismo y su valor no puede ser distinto. Llegados a este punto, el búmeran retorna al temerario y le abre el cráneo por no estar atento. Ha establecido cuánto vale realmente su trabajo decidiendo cuanto vale el ajeno, y como debe ser, tendrá que aceptar las nuevas condiciones laborales, trabajar gratis, porque trabajar es un privilegio y por los lujos hay que pagar.