Vas caminando y te encuentras atrapado en una burbuja de nostalgia de la que te cuesta salir. ¿Qué sucedió? Una canción naif y comercial que suena en la radio pero que te absorbe, cual agujero de gusano, y te transporta en otra etapa de tu vida. 2009, 2010 o 2011. Puede que a una de (tantas) noches en el Honky, volviendo a casa en el búho. Con demasiados años para llamarte chaval pero muy pocos para sentirte plenamente adulto. Y esa canción te paraliza como el veneno de una cobra. Y te cuesta respirar porque no sabes en qué dimensión espacio temporal te encuentras. ¿En el salón de tu casa, bajo la lluvia de una eterna semana de color gris, en una ciudad donde nunca te imaginabas vivir? ¿En un laberinto de espuma de neones que solo existe en el recuerdo? La brújula del tiempo se ha vuelto loca y no encuentra el norte. Piensas en ese hombre de madrugada todavía a medio hacer de lo que se supone que debería ser para su edad, pero que entonces encajaba con aquel traje que vestía. Y el horizonte todavía estaba más lejos que ahora. Y mi madre vivía. Y tenía licencia para soñar en vuelos a larga distancia. Y los pies se me iban entre bares y bourbons, noches de luces tenues, Myspace, Fotologs y gente hacinada en la sala de baile, y la confusión de los sentidos embriagaba mi discurso de promesa inventada del cine español, con amigos que todavía mantenía, con otros todavía por conocer, con trabajos de ida y vuelta y relaciones que alimentaban libros de conocimiento. Durante unos minutos la conmoción se puede monitorizar por la existencia irreal de un vacío entre aquel año y este, entre esas calles y las de ahora, la agenda de entonces y los papeles digitalizados que muevo con los dedos. Los aullidos de la vida de los que hablaba Goytisolo, siempre empujando. Sin mirar atrás, sin poder parar. Y tengo miedo a que termine la canción por si asesina a aquel hombre de 2009, 2010 ó 2011. Solo quería bailar. Pero, como cantaban Peter Seeger y los Byrds, hay una tiempo para todo propósito bajo el cielo. Y poco a poco, como si volvieras de un sueño profundo, van apareciendo los archivos ocultos del disco duro, y las caras, y los nombres y las fotos y las miles de canciones que han rellenado todo este camino desde entonces. Y, por fin, regresas al único planeta con vida en este universo. Y respiras cuando estalla la burbuja y vuelves a ver la luz del presente que coloca las cosas en su sitio de nuevo.

