Revista Cine

Buried

Publicado el 10 octubre 2010 por José Angel Barrueco
Buried
Escribía Edgar Allan Poe en su cuento “El entierro prematuro” (posteriormente adaptado por Roger Corman en la película La obsesión): Ser enterrado vivo es, fuera de toda discusión, el más terrible de los extremos que jamás haya caído en suerte al simple mortal. Y más adelante, hacia el final: Había caído en trance fuera de mi casa, entre extraños, dónde y cómo no podía recordarlo, y ellos me habían enterrado como a un perro, metido en un ataúd común claveteado, y arrojado a lo profundo, en lo profundo y para siempre, de alguna tumba ordinaria, anónima.
Anoto esto para que quede claro que la ficción sobre personas enterradas vivas no es nueva (algunas personas creen que sí). Poe fue el primero o, al menos, estuvo entre los primeros. En el cine, aparte de la citada película de Corman, tenemos Kill Bill o Enterrado vivo (y su secuela), una peli de televisión dirigida por el ahora célebre Frank Darabont. Sin olvidar un viejo capítulo de la serie de Hitchcock, retomado luego por Spielberg en sus Cuentos asombrosos
Aunque el tema ya ha sido explotado, Rodrigo Cortés lo lleva hasta sus últimas consecuencias gracias a uno de esos guiones malditos que llevan años y años dando vueltas por Hollywood: es decir, manteniendo más de hora y media al personaje (y, con él, al espectador) encerrado en el ataúd, lo que nos obliga a todos a sofocarnos. La clave de la película es la angustia. Y también los giros de guión, como ha apuntado Mario Crespo en su blog. Y la sorpresa (vuelvo a remitir al post de Mario) viene de esa crítica hacia los gobiernos y hacia los modales demasiado correctos de los tipos que se encargan de contestar las llamadas de quienes manejan el mundo, creando diálogos absurdos y nula resolución de los problemas. El protagonista es un pobre empleado que acaba pagando los errores de su gobierno. Cortés ha sido muy hábil al desplazar la cámara por todos los ángulos posibles que le permite una caja de madera. Ha conseguido mantenernos pegados a la butaca y ofrecer un final que redondea el filme. Se trata de una película valiente y llena de riesgos y saltos mortales. Me ha gustado, aunque creo recordar que sufrí más con La obsesión.

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revista