Sigo con interés el debate que se ha abierto en Francia con motivo de la decisión del gobierno de "prohibir el uso del burka en lugares públicos". Para tomar esta decisión se creó una comisión de 32 diputados, representantes de todo el arco parlamentario. Sus conclusiones han abierto el debate y, sin duda, también la polémica.
La comisión aboga por la prohibición del burka, prenda de origen afgano, en todos los sitios públicos, como pueden ser: hospitales, escuelas, bancos, juzgados, oficinas de correos y un extenso etcétera.
Este debate es similar al que hubo en 2004 respecto al velo islámico, ¿se acuerdan? Donde la laica Francia promulgó una ley por la que se prohibe cualquier signo religioso en los lugares públicos, con atención especial a las escuelas.
Uno de los que más activos ha estado en contra del uso del burka ha sido el presidente Sarkozy. A mi me da igual que esta prohibición, en relación al uso público del burka, esté propiciada por un gobierno de derechas como el gobierno Sarkozy. Me da igual que lo mismo lo defiendiera un gobierno de izquierdas. Incluso aunque ese gobierno fueran medio-pensionista, que, dicho sea de paso, es lo que me encuentro en las últimas épocas, sobre todo cuando me detengo en las noticias nacionales.
Me da igual. Siempre diré: No. Rotundamente no. No al uso de los burkas.
*Porque es un signo de servidumbre
*Porque atenta contra la dignidad de la mujer
*Porque es un signo de opresión
*Porque es un signo de humillación
*Porque esas mujeres no han tenido ni la educación ni la libertad para elegir
Por eso, grito: Burkas ¡NO! Rotundamente NO.