La portada tiene delito, ehin? Pero ilustra a las claras la postura vital, rockera y macarra, provocadora y setentera, de los Burning de La Elipa, héroes del rock & roll urbano. Aunque el libro se publicó hace ya unos meses, merece un comentario en Efe Eme que ahora reproduzco. Antes, un sentido homenaje a Pepe Risi y demás fieras salvajes ausentes, y varios subrayados en rojo: extraordinarios primeros discos, digna madurez, cancionero grabado a fuego en varias generaciones de aficionados, personajes en la encrucijada de la vida, un deje castizo que atrapa, stones son piedras rodantes, qué hacía una chica como tú con ese carajote?
El libro “Burning. Veneno del rock”, de Ricardo Moyano García y Carlos Rodríguez Duque, pone de relieve la grandeza de la banda madrileña recorriendo su accidentada historia. Àlex Oró nos cuenta de este volumen imprescindible.
Texto: ÀLEX ORÓ.
Es ley de vida: cada generación musical reniega de la anterior. Los progresivos de principios de los setenta aborrecían a los ye-yés de los sesenta. Los rockeros de la segunda mitad de los setenta creían que los progresivos eran una pandilla de hippies roñosos y los poperos de la movida opinaban que las bandas de rock urbano aparecidas tras la muerte de Franco estaban formadas por cazurros… y así hasta nuestros días. La mayoría de los nuevos músicos no quieren saber nada de sus más inmediatos predecesores. Quieren romper con ellos y les apetece más dar un salto en el tiempo y recuperar los sonidos de décadas anteriores. Es una regla que se cumple casi siempre a rajatabla y hay muy pocas excepciones. Además, España es un país que tiende a finiquitar antes de tiempo a sus artistas veteranos. Bandas y solistas caen en el olvido más absoluto y solo se preserva su legado musical por el interés de un puñado de acérrimos seguidores. Podríamos citar decenas de ejemplos pero este no es el propósito de este artículo.
Esta introducción viene a cuento por la reciente publicación por parte de la editorial leridana Milenio de “Burning. Veneno del rock”, una solida biografía sobre la banda de La Elipa firmada por Ricardo Moyano García y Carlos Rodríguez Duque. Burning es una de esas bandas que no acaba de encajar en el paradigma auge-repudio-recuperación del que estábamos hablando.Entre 1975 y 1980 los Burning fueron un soplo de aire fresco en la anquilosada escena musical madrileña y el texto de Moyano García y Rodríguez Duque retratan detalladamente el momento y el entorno en el que nació el quinteto. Como afirma Juan Puchades en el prólogo del libro, Burning convivieron en el espacio-tiempo del tardo franquismo y la transición con grupos como Asfalto, Topo, Ñu, Bloque o Leño, formaciones que practicaban un estilo muy alejado de los sonidos glam y stonianos de los primeros tiempos del quinteto madrileño. Desde el primer momento, el lector se da cuenta que los Burning no fueron nunca una banda que se apuntaran a modas. Sus canciones de amores y bares convivieron con el rock urbano, con la movida, con la post-movida… Siempre fueron ellos mismos, y este es un mérito que se tiende a reconocer con el paso de los años, pero que supone un lastre en el instante que tienes que intentar ganarte la vida como artista al tiempo que convives con una escena musical que poco o nada tiene que ver contigo.
“Burning. Veneno del rock” es un trabajo realmente meritorio porque la reconstrucción de la historia de la banda de La Elipa se ha tenido que escribir sin contar con dos fuentes que hubieran permitido hilvanar el relato a la perfección: los fallecidos Toño Martín y Pepe Risi, cantante y guitarra, respectivamente de la formación y representantes del sector más alocado del grupo. Suplen esta carencia con testimonios de familiares, amigos, músicos como el saxofonista de Burning Mikel Slingluff, el productor Paco Espinola… y con un asombroso despliegue de datos, artículos y entrevistas extraídos de fondos de hemeroteca y programas de radio y televisión
El libro trata con exquisitez y delicadeza el principal problema que tuvo que afrontar la banda: la dependencia de la heroína de Risi y Martín, una rémora que, sin duda, impidió que los Burning pudieran estar más por la labor, pero en esa época, tal y como explica a la perfección el texto, era muy habitual esta adicción entre los músicos. El recurso fácil en estos casos es recurrir a un tono amarillento para que el texto tenga su dosis de morbo. Moyano García y Rodríguez Duque han sabido prescindir de este instrumento eficaz pero soez.
Otro de los puntos a favor de “Burning. Veneno del rock” es el concienzudo análisis que se hace de cada uno de los discos de la banda. Los autores los destripan. Explican los intríngulis de cómo fue grabado, el trato que recibieron por parte de las discográficas, analizan las letras de las canciones, incorporan las reseñas publicadas en el momento de la edición del LP o las revisiones aparecidas en artículos posteriores en diversos medios escritos. No falta tampoco un apéndice con todas las referencias discográficas de Burning.
El libro hace justicia a una banda que no es que forme parte de la historia del rock español es que ES la historia del rock español. Ciertamente, “Burning. Veneno del rock” llena un vacío en la historiografía rock de este país. Hasta la fecha, la mayoría de trabajos de este calibre se han dedicado a bandas de los sesenta. Con este volumen se abre la veda para que puedan escribirse y publicarse las historias de formaciones de los setenta que, sin duda, merecen ser contadas