Todo parecía indicar que Pixar se había recuperado. Con “Intensamente” como una de las mejores películas del 2015 (ganadora del Oscar a mejor filme animado en realidad y mi película favorita del año anterior de hecho) y con “Un Gran Dinosaurio” siendo una entrega decente (aunque algo decepcionante), uno pensaría que por fin habíamos recuperado a Pixar y que pronto volverían esas obras originales que convirtieron a esta marca en la dueña de la animación 3D; o si no, volverían con secuelas que estarían a la altura de sus obras originales como paso con la trilogía de “Toy Story”. Pero que equivocado puede estar uno.
“Buscando a Dory” ha sido enorme hit en la taquilla (es cuestión de días para que supere los mil millones de dólares a nivel mundial) y la crítica la aclama (95% con los respetados tomates); pero a mi gusto se trata solo de una secuela cumplidora, muy lejos de lo memorable que “Buscando a Nemo” llegó a ser. Mas que acercarse a la calidad que las secuelas de Woody y Buzz, “Buscando a Dory” hace equipo con “Monsters University” en el grupo de secuelas que no serán malas, pero que no le hacen justicia a las películas que continúan.
El problema principal que veo con la película es lo innecesaria de su existencia: a diferencia de la original del 2003, que nos llevó a explorar las profundidades del mar de una manera muy divertida y escalofriante, esta secuela del 2016 solo nos lleva a un acuario, que no es tan emocionante o divertido como quisieron vender. Mientras la anterior película teníamos a Marlin y Dory pasar a un barco hundido lleno de tiburones, a las fosas, a las corrientes marítimas, en zona pesquera y en la bahía, aquí es solo ver a Dory pasar de pecera en pecera sin que haya muchos cambios, salvo en nuevo pez con que se encuentre.
Los personajes principales también recaen en un problema: mientras que Dory aun sigue siendo un personaje algo divertido de ver, Marlin se convierte en un personaje odioso: cómo es posible que este personaje no haya aprendido nada en verdad de la aventura anterior, cuando el mensaje interno de la película pasada fue repetido hasta el cansancio. Pero si Marlin es odioso, Nemo es un caso aun peor: en la anterior película uno podía tolerarlo dado que el enfoque principal fue en su padre y Dory, pero aquí que ya lo tuvimos más tiempo en acción, en verdad resulta ser un estorbo. Está ahí para juzgar a su padre por el trato hacia Dory, y nada más. No aporta en verdad nada a la historia, no apoya en verdad en la búsqueda de su amiga. Si Marlin era innecesario, Nemo es incluso más innecesario.
Otro pecado con la película son los personajes secundarios: en la original del 2003 tuvimos demasiados personajes secundarios, pero memorables dentro de lo que cabe: los tiburones, los peces imitadores, las tortugas, los peces del dentista, entre otros. Aquí tenemos menos personajes (diría que solo 3) y de esos el pulpo es el más rescatable.
Uno podría decirse, leyendo mi crítica, que esta película es mala, y no lo es la realidad: solo es una película correcta que de haber sido un filme original y de algún estudio nuevo no resultaría malo; pero cuando se trata de uno de los mejores estudios en todo el mundo de la animación y de la secuela de una de las películas animadas mas amadas de todos los tiempos, el nivel de decepción es impresionante. No dudo que una secuela de “Buscando a Nemo” hubiera sido muy buena, a pesar de todo el tiempo que ya paso, con el mayor esfuerzo y cuidado posible en la historia (en animación, sabemos que Pixar sale ganador siempre). Aquí se nota claramente las ganas de lucrar con los recuerdos de quienes han visto “Buscando a Nemo” una y otra vez.
“Buscando a Dory” es una correcta película, pero el sabor de decepción es grande. Pixar en verdad necesita dejar de producir secuelas y concentrarse en material original, que fue lo que le dio el estatus de empresa gigante que aun sigue siendo.