Crítica: 6,731 Público: 7,014 España: S/C Rugoleor: S/C
Ficha:
Título Original: Looking for Eric
Director: Ken Loach
Guionista: Paul Laverty
Intérpretes: Eric Cantona, Steve Evets, Stephanie Bishop, John Henshaw, Lucy-Jo Hudson, Gerard Kearnsm Stefan Gumbs, Cole Williams, Dylan Williams
Productores: Pascal Caucheteux, Rebecca O’Brien
Fotografía: Barry Ackroyd
Música: George Fenton
Montaje: Jonathan Morris
Nacionalidad: Reino Unido, Francia, Italia, Bélgica, España
Año: 2.009
Duración: 113 minutos
Edad: Todos los públicos
Género: Comedia, Deporte, Drama, Fantástica
Distribuidora: Alta Classics, S. L. Unipersonal
Estreno: 27-11-2.009
WEB Oficial: Web Oficial de la película en España
Espectadores: 113.406
Recaudación: 683.930,02 €
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Popularidad: 0,00%
Sinopsis:
La vida de Eric Bishop, cartero en Manchester, es bastante complicada porque tiene que cuidar de sus dos hijastros, que están a su cargo desde que la madre de los adolescentes y segunda mujer de Eric lo dejó hace años, y, además, su hija le pide que durante unas horas se ocupe de su bebé para que ella pueda terminar sus estudios. Eric está encantado de ocuparse de su nieta, pero lo que le preocupa es que deberá llevarla cada día a la casa de su primera mujer, que siempre ha sido el amor de su vida y a la que prácticamente no ha visto desde que nació su hija: el día del bautizo las abandonó y, aunque siempre ha sido un padre afectuoso para su hija, le debe una explicación a su ex mujer, a la que sigue amando profundamente. A pesar de la amistad y el buen humor de sus compañeros carteros, que hacen todo lo posible para devolverle la sonrisa, Eric no sabe cómo afrontar la situación... Una noche, Eric se dirige a su ídolo, que parece observarlo con mirada maliciosa desde el póster de la pared de su habitación y se pregunta qué haría en su lugar el mejor jugador del Manchester United. Y Eric está seguro de que Eric Cantona, el “Rey” le va a ayudar a actuar con decisión.
Comentario:
Ken Loach sigue fiel a su cine proletario, aunque dulcifica las formas con su fábula amable inspirada en “Sueños de un seductor (Herbert Ross, 1.972)”. El cartero con problemas en esta historia (Steve Evets) no recibe empero consejos de Humphrey Bogart. A este hincha del Manchester United se le aparece el mismísimo Eric Cantona. El fútbol se convertirá así en una eficiente metáfora que ayudará al protagonista, recién abandonado por su segunda mujer, a rehacer su vida.
Crítica:
26-11-2.009 – JOSU EGUREN
Operación Cantona
Woody Allen soñaba con Humphrey Bogart, Tarantino con Elvis Presley, y Ken Loach (con permiso de Paul Laverty) con un mito más cercano: Eric Cantona, el dios del fútbol.
En una Inglaterra menos ácida y post-thatcheriana que de costumbre, Loach redescubre su vena cómica, aunque sigue imprimiendo todo el celuloide con las marcas de agua que le caracterizan, porque, como buen activista, el británico siempre se ha sentido cómodo en la grada, radiando las pequeñas historias de las clases humildes. El primer cuarto de hora amenaza con nubarrones, en sintonía con el estado emocional de su protagonista, hasta que Laverty nos mete un gol por la escuadra introduciendo al personaje de Cantona como psicoterapeuta imaginario de un sensacional Steve Evets. Sin estridencias, el 9 del Manchester irrumpe en la vida de un perdedor sexagenario como lo hacía un conejo gigante en la vida de James Stewart (“Harvey”), y la cinta toma un rumbo desconocido en la filmografía de Loach, apuntando a un desenlace propio de Capra o los Estudios Ealing.
“Buscando a Eric” es una comedia romántica que comparte espacio fílmico con un drama de baja estatura, en la que Loach se mueve con un inusitado descaro, y sin el amparo de un guión verosímil. Laverty ha escrito y descrito una familia disfuncional, multiétnica y tutelada por un padre soltero que ha de hacerse cargo de dos hijos que no son suyos, rozando el límite de lo digerible, y sin embargo todo fluye, porque cuando el drama está a punto de estallar el guión lo desactiva con gotas de humor vitalistas. Cantona, genio y figura, se presta al juego dispuesto en la pizarra de Loach, amante del fútbol colectivo, desmitificándose con sana ironía, pero sin perder el poder de atracción que le caracteriza. Imanta la cámara desde el plano medio, y cuando todo hace prever que dirá la última palabra se despide multiplicándose por cuarenta y devolviendo el protagonismo a esa grada que sigue coreando su nombre en cada partido.