BUSCANDO A ERIC (LOOKING FOR ERIC, 2.009) de Ken Loach

Buscando a Eric es diferente. Lo que se ve concuerda con lo que se vive. El realismo constituye la primera pretensión del director. Por eso no hay modelos publicitarios paseándose por las calles de Manchester. Los protagonistas carecen de atractivo especial. Los actores que actúan no son reconocibles, a ninguno de ellos se les ha relacionado con alguna estatuilla, sus rostros no nos resultan familiares, son caras desconocidas, y por tanto no recordamos cuantos otros trabajos hayan desarrollado en otras películas. Los personajes son como nosotros, como los espectadores, son los más normal y corriente de este mundo, personajes con defectos, con barrigas, con fealdades, con miedos, los actores no tienen cualidades especiales, ni personalidades fuertes, ni emanaciones intensas de carga sensual. Por eso Ken Loach forja una cinta cuyo discurso se decanta desde el caudal más puro de la verdad, de la compasión y de la humanidad; y construye sus cimientos sobre el corazón de la urbe y bajo el prisma de una ideología de estricto corte social con regustos marxistas. Buscando a Eric es un canto de amor hacia los inocentes, hacia los divorciados, hacia los oprimidos, hacia los azotados por esta dura vida que nos ha tocado en suerte, hacia quienes anhelan renacer con otro nombre de sus cenizas y de su miseria humana.  A fuerza de concreción, y a fuerza de realismo, Ken Loach interpela a los hombres de nuestro tiempo y lo pone ante el espejo de su cultura. Ken Loach esgrime un discurso sobre el hombre de hoy en día y sus desazones cotidianas, un discurso que abriga un fuerte trasfondo moral en sus entrañas, y un compromiso social insobornable.  Como no podía ser menos.
ANTONIO MARTÍN DE LAS MULAS