Revista Viajes
Los magos se abrigaron, y salieron a la calle.
Parecía que la brújula apuntaba con fuerza hacia una dirección, y por lo visto muy cercana a ellos. Travis sentía un cosquilleo en sus patitas y la cola de Mini se movía a toda velocidad. Estaban nerviosos, pero al mismo tiempo estaban disfrutando, les gustaban las aventuras. Quizá no era la que esperaban, pero era una aventura, al fin y al cabo.Pronto llegaron a una gran plaza, y había mucha gente. Era una de las ferias de Navidad.
- Buf! Con tantas cosas en la feria, es muy complicado encontrar un pedacito de magia. Exclamó Travis.Los dos jóvenes peluches estuvieron buscando por todos lados. La pista de hielo, las atracciones…. Sin resultado.
Al final llegaron a una especie de túnel con miles de lucecitas. Mini estaba convencido de que debía ser allí.
- Con tantas luces de navidad estoy seguro que es muy fácil que pase desapercibida.
¿Cómo lo iban a encontrar?Mini lo tenía claro. – El Tió de Nadal nos advertía que no debíamos tocar el fragmento, pero que podíamos usar la magia para cogerlo. A lo mejor, también la podemos usar para localizarlo.- Tienes razón Mini. Respondió Travis.
Hace un rato que el pequeño Beagle le estaba dando vueltas al conjuro. Así que levantó su varita y recitó…
Alegre campanillaOjo de águilaBuscad sin cesarMostradme el escurridizo fragmentoque debemos capturar.
La varita de Mini se iluminó, por un momento todas las luces de navidad aumentaron la intensidad, por unos segundos. Toda la gente que estaba ahí, las miraron asustados. Parecía que iban a explotar las lucetitas. Pero no, pronto volvieron a la normalidad. Excepto una. Solo una de las luces seguía brillando con más fuerza.- ¡Esa és Mini!
Ahora fue Travis, quien rápidamente y sin vacilar, había que actuar deprisa para no llamar más la atención, alzó su varita y recitó…Magia navideñaDe luz disfrazadaRecupera tu esenciaY vuela hasta casa.
La lucecita de navidad respondió al conjuro de Travis, y salió volando del lugar. Parecía que lo habían logrado.
En casa se había quedado Maxi. Es aún muy pequeño, y no puede ayudarles por no tener aún magia peluche. Lo cuidaba Conejito, uno de los peluches más responsables de casa. Travis y Mini le habían dicho que él debía vigilar la magia. Y se lo tomaba muy en serio. Se lo habían dicho, porque sabían que en casa no podía pasar nada, pero Maxi se creía que era una tarea muy importante y de responsabilidad. Así que en todo momento estaba pendiente del recipiente de magia.
De repente una luz pequeña llego a toda velocidad y entro en el recipiente. Ya podéis imaginar el susto que se llevó el pequeño, rápidamente avisó a Conejito. Todo parecía correcto. Pero por si acaso, llamaron a Travis y Mini.
Parecía que el conjuro había funcionado a la perfección. Habían recuperado ya el primer fragmento. Quedaban algunos más por recuperar. Pero visto lo visto. Iba a ser más fácil de lo que habían pensado.