-Usted tiene un problema, mi querido amigo, usted cree que la vida es una novela apasionante en la que importa cada línea de un diálogo. Por eso fracasa.
Rafferty fumaba de una manera en la que uno gusta verlo, de un disfrute hipnótico. Era un aristócrata venido a menos que sacaba a relucir sus trucos por los bares. Su bigote era tan fino como sus piernas.
- Deje de escribir, vivirá mejor. Todas las mujeres no son la mujer de su vida, sus amigos no lo traicionarán, no ganará la lotería. No fuerce la aventura.
Yo tomaba una cerveza, a veces me daba vergüenza contestarle por no estar a la altura. Había visto a varios caer en el intento de argumentar en su contra. El hombre sin mirar, daba una lección sobre el pensamiento sin perder la caballerosidad.
-Ve a aquellas damas que acaban de entrar, usted puede convencerlas e irse con ellas hacia México, tal vez haya muerte en el camino, persecuciones, ¿Le interesa? Alguien ya lo escribió, usted ya lo vivió ¿Me sigue?
Me distrajo la pelirroja.
- Usted con su determinismo está evitando nuevas historias, está reescribiendo a Shakespeare, a Stevenson, a todos. Aburre a la gente mi querido Stern, su vida es una vida que ya la han vivido todos.
Nunca me había hablado tan duramente, no me dejaba decir una palabra, tal vez yo estaba un poco ebrio mentiré para alimentar el cliché del escritor o para fingir mi incapacidad emocional.
-Usted, a pesar de que su compañía me parece por demás agradable, está haciendo esto mismo ahora. Me da cierta repugnancia. Usted provocó nuestro encuentro, me abordó, contó banalidades, robó algunos pensamientos bastante elocuentes a Schopenhauer, en todo momento evitó hablar de mi vida a pesar de que sabe mi historia.
Amagué a levantarme, Rafferty puso su bastón en mi hombro y siguió con su imperturbable discurso.
- Usted la noche en que lo conocí sabía mi predilección por Chesterton, por eso se peleó con el ridículo posmodernista, a grito limpio. Sabía que yo iba a interceder y que su cara no contaría con un rasguño. Sabía que los posmodernistas pelean por casi cualquier estupidez.
El inglés tomó un poco de cerveza y continuó asestando sus golpes
-Ha ansiado este momento, tal vez ha sido adrede su separación de Miss Ripley, tal vez por eso fue tan impúdico con sus rastros infieles. Tal vez por eso tantos relatos de tan lamentable factura que ha traído a esta mesa, sin suplicar suplicando que lo ayude.
Su cabello había perdido prolijidad.
- Tal vez ha estado tramando esto desde niño, si hay una cualidad que admiro de su persona es la perseverancia, tal vez ha construido una vida de repeticiones literarias sólo para llegar a un punto clave, el día de hoy en esta taberna.
Rafferty se desabrochó el botón del saco.
-Pues amigo aqui me tiene, descríbame, subame el precio. Sólo le digo que seré una repetición más, disfrute, tal vez eso lo ayude. Sólo tengo una petición, quiero que me ame porque yo lo amo a usted.
El inglés me besó y se retiró del lugar dándome un puñetazo, así y todo fue un caballero.
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