Revista Música
Por Nicolás Camiña
Debe haber sido la navidad del 86, o reyes del 87. Nuestros viejos se jugaron con dos casetes. Me imagino la escena en la disquería: “Hola, sí, quería llevar dos casetes de grupos que estén de moda hoy y les puedan gustar a chicos de 9 u 8 años”. Así que cada uno abrió su regalo. A mi hermano le tocó uno de La Torre en vivo, desde donde una joven Patricia Sosa nos endulzaba los oídos al grito de Sólo quiero Rock and Roll. A mí me tocó Bares y Fondas, el primero de los Cadillacs. Y desde ahí son unas de mis bandas de cabecera. Recuerdo que al año siguiente corrí a la casa de Edu, un amigo que tenía doble casetera para grabarme Yo te avisé.
Ahora caigo que algunas de las canciones que más me gustan son de Rotman. Por lo que no es casual que haya seguido con Cienfuegos, y ahora con El Siempreterno. Bandas de Rock. Bandas de Punk. No las puedo encasillar, pero me gustan. Y el disco homónimo de El Siempreterno es imperdible. Un disco que se escucha en un viaje del 5 entre Almagro y Congreso una mañana con un poco de tránsito. Con canciones cortitas y al pie, con letras filosas, las voces de Rotman y Maura, y un Minimal que, según cuentan, puso las guitarras en una sola tarde.
Foto: Vera Rosemberg (Rolling Stone Argentina)