Pon Farr: Cada siete años, los machos y hembras vulcanos se excitan. Sufren la fiebre de la sangre, se vuelven violentos y, finalmente, mueren a menos que se emparejen con alguien con quien estén estrechamente unidos o entablen la batalla ritual a muerte conocida como kal-if-fee. La idea se basa en el ritual de apareamiento de animales existentes; de hecho, la hembra del hurón doméstico también muere si no se ha emparejado hacia el final de la temporada... (en la Wikipedia).
Bustamante era un aficionado convencido de la ciencia ficción.
Pues más o menos hace dos o tres veranos, no lo recuerdo bien, Bustamante entró en modalidad de Pon Farr. Era, en esos tórridos días, todo un carnaval de hormonas y testosterona.Era tal su soledad pero aun mayor su urgencia que comenzó a seguir en Google+ a toda mujer gorda o flaca, bonita o fea, blanca o negra, alta o baja... en fin, ya se entiende la idea. Sobre todo, prefería a las letradas, a las poetas y a las amantes de las letras. Según sus ideas, estas mujeres eran apasionadas y enamoradas de la vida.
Pasaba el tiempo, y Bustamante gastaba sus mejores +1 infructuosamente. Los ciberguiños también eran estériles, pues no lograba ni la menor atención de las féminas del lugar, ya que a estas solo les interesaban los memes y los temas pueriles. Así que decidió seguir un paso aún más peligroso y atrevido: buscar entre los perfiles a todas aquellas personas interesadas en el asunto que más le urgía y atormentaba. Pensaba que alguna persona interesada en la sensualidad y el erotismo "de repente" se le iba a presentar para satisfacer todas sus más íntimas fantasías.
Así que, sin discriminación de condición social, preferencias u orientaciones, comenzó a seguir a toda la gente que anda "underground" en los pasillos oscuros de Google+, juntando a la diversidad sexual de la red: tenía en sus círculos prostitutas, curiosos, exhibicionistas, homos, bis y heteros, pervertidos, fetichistas, depravadas, voyeurs, modelos, sadomasoquistas, masajistas, mujeres fisiculturistas, amos y esclavas... en fin, no le faltaba NADIE del mundo sensual. Hizo lo mismo que en su círculo de literatas, pero ¡oh, sorpresa...! NADA. El silencio del otro lado era pasmoso, y su Pon Farr no le daba descanso. Bustamante estaba desesperado. Finalmente, decidió concentrar todos sus ciberesfuerzos virtuales en una única mujer, (a la que llamaremos simplemente X). A diario estaba listo y generoso en +1, comentarios, re-sharing y ciberfeeds. Se había enamorado de X. X lo obsesionaba. Pero, como de costumbre, X no correspondía a las necesidades vulcanas de Bustamante. Así que Bustamante, durante aquel fin de semana, decidió irse para siempre de Google+. El viernes envió un último y lastimero +1 a su chica y eso fue todo. LUNES 10am Bustamante escuchó que golpeaban a su puerta. Normalmente, los lunes nadie hacía eso. Le dio curiosidad y decidió abrir la puerta: Había dos policias pulcramente vestidos, aunque de modo austero y grave. Se identificaron como los detectives Doris y Boris. Le mostraron una foto de una mujer y le preguntaron si la conocía. Bustamante trastabilló. La chica de la foto era claramente X. Bustamante dijo, -Eh... claro que sí la conozco, bueno, realmente no, es tan solo alguien de Google+. -¿Quiere decir que usted no conoce a la occisa? -preguntó Doris, algo enojada. -Bueno, no, no realmente, es tan solo uno de los miles de caras y perfiles que tienen las redes sociales. -Ummm... -dijo Boris. -No creerán ustedes que yo tuve algo que ver en todo ello... ¿o sí? -Simple rutina -dijo Boris. -En todo caso, no abandone usted la ciudad en los próximos días -advirtió, amenazante, Doris. Para ser breves, Bustamante perdió la razón. Claro, él no tenía nada que ver en los ires y venires de X. Quizás X nunca pudo encontrar una pareja para afrontar su propio Pon Farr y, como toda vulcana, si no pueden ligar con alguien, simplemente mueren de desesperación. ¿Quién sabe? Pero bueno, sin especular sobre la suerte de X, lo que sí ocurrió es que nuestro amigo, sin pensarlo dos veces, decidió cancelar todos sus círculos. Se des-suscribió de toda comunidad literaria o sexual, cerró todas sus cuentas de correo y redes sociales, en fin, removió toda ligazón con el mundo cibernético y, por ende... el del sexo virtual.Google+ se le había convertido en una agónica pesadilla.
Y créanme, funcionó. Bustamante pudo desfogar su Pon Farr vulcano y hoy vive perfectamente feliz... lejos de la Internet y lejos de cualquier sensualidad... mientras tanto, espera que el próximo Pon Farr se demore mucho, mucho tiempo.