Al abrir las cajas de decoraciones navideñas este fin de semana me encontré con las cartas que mis hijos, ya adolescentes, escribieron a los Reyes o a Papá Noél cuando eran niños… bueno, niños más pequeños. Las leímos de nuevo con sonrisas y alguna que otra carcajada. Mis hijos con esa vergüenza o pudor que todos sentimos de algo escrito hace años, su padre y yo con orgullo y algo de añoranza al releer los mensajes que nuestros peques escribieron con tanto esfuerzo e ilusión.
Escribir una carta, pegar un sello y lanzarla al buzón es realmente algo mágico a ojos de los niños. Animar a nuestros hijos a participar en este proceso nos da la oportunidad de ofrecerles una experiencia en la que aprenden lo importante que es
comunicarse por escrito y con alguien que no tenemos delante. Las preguntas que surgen durante este proceso ayudan a los pequeños a entender que su
entorno va más allá de su hogar, colegio o ciudad. Experimentan la expectación que acompaña el enviar un mensaje por correo e imaginar cuando llega a las manos del destinatario. Viven la satisfacción que todos sentimos al culminar una tarea de la que nos sentimos
orgullosos y, la clave para hacerles volcar toda su energía en ella, tiene un propósito.
El esfuerzo que supone escribir una carta, o dibujarla, se ve recompensado cuando reciben esa visita mágica. Es una manera lúdica de promover vivencias que animan a la
espera, la quietud y la imaginación, marcando así un claro contrapunto a la satisfacción inmediata, tan presente en nuestras vidas y que tan efímera resulta. Releer algunos de estos mensajes en años venideros proporcionará a tu familia momentos tiernos y os ayudará a construir
vuestra historia.
Para hacer esta experiencia lo más especial posible, en kalakas hemos creado un buzón para que tus pequeños puedan enviar sus cartas a los Magos. Esperamos ser buenos mensajeros y que todas las cartas depositadas reciban una respuesta materializada en esa visita mágica tan esperada.