Siempre tuve la intensión de dejar la carrera desde el día que inicié estudiándola; me preparé para ser docente de educación primaria, ocupación muy mal pagada en México (si no eres docente de carrera magisterial, ya que existen rangos) y en la actualidad desvalorizada; esta profesión nunca fue mi primera opción , el destino me llevó a estudiarla y, a pesar de no ser de mi completo agrado la cursé con buena actitud, sobresaliendo en una que otra materia, sin embargo, siempre tuve una visión bizarra del día de la graduación, en los inicios de la carrera, me imaginaba que algún día al terminar me pararía en el centro de la plaza cívica, enseñaría el dedo de en medio y gritaría: a chingar a su madre! eso no pasó; me gradué con honores y ejercí la profesión sin tener en un principio una plaza fija (en México para acceder a la plaza fija como docente es necesario presentar un examen de selección).
Todo estuvo bien, realmente me divertía dando clase, mis compañeros de trabajo eran a toda madre y nos la pasábamos súper, en ese tiempo la cuestión administrativa no era un desmadre como lo es en la actualidad; me encantaba estar frente a grupo, trabajar con los niños, aprendíamos haciendo actividades lúdicas y dinámicas creativas, los chicos se divertían y el tiempo pasaba rápido. Enseñar realmente me inspiraba, me motivaba a transmitir mis experiencias de vida, de contenidos, de información relevante para los chicos.
Estuve frente a grupo por cuatro años; hasta que decidí cambiar mi residencia y por ende el lugar de trabajo. La comunidad en donde inicié mi 5to año como docente no era lo que yo esperaba. Los chicos presentaban serios problemas de educación moral, social; educación en todos los ámbitos!
El primer día de clase un chico arrojó una piedra a otro enviándolo al hospital, como maestro eres responsable de todo acto en la comunidad; todos los días llegaba a casa llorando, deseando no volver jamás, intentaba corregir a estos chicos enseñándoles buenos modales, valores, aprecio por la paz y armonía; era imposible, me olvidé de mi familia intentando ayudar a estos niños que claro estaba no tenían corrección alguna, los padres totalmente desinteresados sin velo en el entierro, nunca fue posible darle solución al problema de comportamiento de los alumnos, los tutores se encontraban en peor condición.
Llevaba varios meses pensando en salir corriendo del aula, tomar mi auto y no volver jamás. La situación estaba fuera de mis manos… entonces recordé: esto era lo que a inicios de la carrera deseaba, dejar todo, buscar felicidad laboral y personal, huir de la monotonía…
Corrí a la plaza cívica, enseñé el dedo de en medio y repetí en voz alta: a chingar a su madre…
Dejé la docencia hace 2 años ya.