C.C. Couto, que ya ha publicado con anterioridad un libro sobre huertos ecológicos, se atreve esta vez a cruzar el umbral de la novela con Perfiles de cebra. A través de un extenso relato, lleno de personajes variopintos y bien construidos, la autora consigue envolver al lector en la sensación dispar que produce el avance de la modernidad. La visión nostálgica emana de los personajes principales, la señora Puga y el señor Andrade, vecinos comerciales de Matalaespina, y llega hasta el corazón del lector.
Con sutileza y mucha actualidad temática, Perfiles de cebra posiciona al lector entre el ayer y el hoy, entre la morriña y el esfuerzo por conseguir lo que el ser humano tiene y la estabilidad que aporta un mundo cargado de posibilidades y tecnología. ¿Es el hombre del siglo XXI alguien con visión de futuro o se ha conformado con la versión definitiva de sí mismo?
Las nuevas tecnologías acercan a las personas a sus seres queridos cuando estos se encuentran a miles de kilómetros de distancia y les permiten comunicarse, verse y sonreír, siempre a través de una pequeña pantalla. Sin embargo, y al mismo tiempo, alejan de amigos, familiares y vecinos; todas aquellas personas que rodean a uno y con quien se tiene contacto visual a diario. Es esta realidad estrepitosa y caótica la que lleva a los protagonistas a añorar el pasado.
“Bonita historia, Máximo. Pero tú y yo hemos nacido en la vieja y mohosa Europa. Aquí todo es pasado, solo pasado, siempre pasado”.
La que ha sido profesora de Latín y Cultura Clásica durante años da cuenta de su extraordinario saber en esta novela divertida, reflexiva e inteligente a partes iguales. A través de un lenguaje muy elaborado, cuidado y mimado, como si de un valioso tesoro se tratase, la autora expone un estilo clásico, cargado de referencias culturales, literarias, artísticas y sociales, que supone la búsqueda de una conciliación entre el anhelo del tranquilo pasado y la adaptación al caótico presente.
A principios del siglo pasado, Oswald Spengler escribía en La decadencia de Occidente que es una necesidad para el hombre conocer el mundo que le rodea, pues tan empuje está ligado a su propia existencia, "como una ofrenda que cree deberse a sí mismo y a su vida". Es más, si se mira hacia atrás, hacia culturas más antiguas, el pasado y la tradicción eran vistos como amortiguadores del miedo y de la incertidumbre.
Pero, hoy, el hombre moderno, en esta motivación por comprender e innovar para cambiar un entorno que satisfaga sus necesidades, se ha olvidado incluso de sí mismo. Ha ganado libertad, pero también angustia vital. Manuel García Amado, el escultor de esta historia, es capaz de verlo y C. C. Couto se lo muestra al lector una y otra vez. No obstante, ¿es esta la única postura? ¿Sería posible que cupiera una visión más amplia del carácter vertiginoso del avance de la sociedad?
Perfiles de cebra es una novela de ficción, narrada por una veinteañera con cuya voz se intercalan otras más adultas, con una estructura bien cohesionada y una temática poderosa. Es una obra que posee un alto nivel de erudicción y que genera debate del lector consigo mismo y con los demás.
Este libro encuentra, sitúa y se queda en el recuerdo. Quizá en algún momento, años después, la memoria vuelva a él y todo lo que parecía distante ya no lo es.