La animación japonesa post Miyazaki, aunque evidentemente influenciada por la enorme creatividad e imaginación del maestro, ha evolucionado hacia tramas más urbanas, ubicadas temporalmente en el momento en que están hechas y con un salto de edad en cuanto a los protagonistas, pasando de la entrañable y aventurera niñez a la confusión, las dudas y los intereses de adolescentes o jóvenes adultos. Escribo estas palabras con Makoto Shinkai y la maravillosa Your name en mente.
El amor está en el agua forma parte de esta corriente. La voz cantante la lleva una surfista pre universitaria que adora el mar y acaba de instalarse en el apartamento costero de las vacaciones familiares para iniciar, al final de la temporada estival, los estudios de algo que le llena por completo, la oceanografía. Ese verano conocerá a un joven e intrépido bombero y ambos se enamoran.
Lo que pudiera parecer una ñoña historia de amor pronto dejará paso a una trama más profunda que hará brotar detalles que se habían ido sembrando en ese principio un tanto almibarado aunque muy logrado en lo técnico. Un cuidado acabado audiovisual (nota común en los filmes aludidos más arriba) encomiable y elogiable, con una amalgama de distintos tipos de encuadres y angulaciones en los tiros de cámara y ningún complejo a la hora de moverla como una grúa. A pesar de trabajar con dibujos, la introducción del ordenador permite el mismo tipo de realización que cuando se rueda imagen real e incluso alguna que otra combinación imposible en el cine convencional.
El guion nos presenta una galería de secundarios, en especial Yoko, la misántropa hermana del interés romántico de nuestra heroína, que aportan riqueza y mucho sentido del humor y que sirven para destensar a la platea en los momentos más serios, ejerciendo como contrapunto perfecto de los que llevan el peso de la historia.
El giro (del que discretamente no hablaremos) que toman los acontecimientos aporta una hondura argumental que no esperábamos encontrar. Se vale de la poesía para hablar de sentimientos más adultos a medida que avanza el metraje, como si de un largometraje dramático se tratase, con el factor sorpresa como elemento distintivo. Lo que no termina de convencer es la manera de resolver por la que opta el libreto, eligiendo lo fantasioso e infantil en detrimento del tratamiento realista (dentro de lo que cabe) que había llevado hasta ese momento.
No obstante, hemos de tener en cuenta que se trata de una película para todos los públicos, especialmente dirigida a una audiencia joven, y que lanza un mensaje importante que aparece en diversos momentos y se aplica a distintos personajes. Sé tú misma, no intentes parecerte a nadie, no es malo ser diferente, labra tu propio futuro. En el más representativo, el valeroso bombero increpa a su surfista por dejar sus intereses, su vocación, por seguirle a él y admirar lo que hace, insiste en que ambas cosas no son incompatibles y le repite constantemente: cabalga tu propia ola.
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El amor está en el agua
Dirección: Masaaki Youasa
Guion: Reiko Yoshida
Intérpretes (voces) en la versión original: Rina Kawaei, Ryôta Katayose, Honoka Matsumoto
Música: Michiru Oshima
Montaje: Kiyoshi Hirose
Duración: 94 min.
Japón, 2019