Esta semana hemos tenido muy buenas razones para dos inmensos cabreos, uno se refiere sin duda al ataque terrorista de Londres y el segundo a la estupidez nacional.
El atentado de Londres ha sido otra horrible demostración de locura islámica. En mi opinión, y victimas aparte, lo peor es que después de la enésima prueba de barbarie musulmana todavía hay quien justifica el ataque por la maldad intervencionista occidental o afirma que el terrorismo, aunque sea en nombre de Ala no tiene nada que ver con el Islam a pesar que cuando el Estado Islámico comete sus salvajes y atroces barbaridades no está haciendo otra cosa que cumplir al pie de la letra lo que Mahoma ordena a los musulmanes en el Corán.
Casi coincidiendo con el atentado, a Pablo Iglesias no se le ha ocurrido otra cosa que dar como una de las razones para suprimir la misa dominical en TVE2 el que ofende a los musulmanes, demostrando una vez más con su buenismo y su apoyo total al Islam Radical, que las izquierdas actúan como verdaderos cómplices de una de las peores, más peligrosa, bárbara y homicida ideología retrograda que ha existido nunca.
La actuación de los cuerpos de policía de toda Europa, sin estar exentos de algunos fallos, están teniendo una buena actuación con frecuentes detenciones y abortando atentados en preparación, pero siempre he mantenido que esta buena actuación no es suficiente. El riesgo que la barbarie islámica supone es de tal nivel que no podrá ser erradicado sin medidas extremas que incluyan deportaciones, cierre de mezquitas y expulsión de imanes extremistas, control y cancelación de páginas web salafistas, exigiendo a los musulmanes moderados, si es que hay alguno, su colaboración total en la lucha contra su propio terrorismo, etc. Incluyendo por supuesto el control continuo y muy cercano de la población musulmana, y en vez de esto los cómplices del terror se quejan de que se pare en la calle a musulmanes para su identificación.
Curiosamente ni un solo cómplice de izquierdas y muy pocos periodistas se refieren a la masacres de miles de infieles a Ala, en su mayoría cristianos, e incluyendo agnósticos, que practica habitualmente el Estado Islámico y todos los grupos salafistas y de radicales islámicos.
Para conocer que puede ocurrir si el Islam llega a dominar Europa, tenemos un excelente ejemplo histórico. En la edad media los adoradores de Zoroastro, de origen persa, eran una de las religiones más numerosas en el territorio que alcanza desde Arabia al Pacífico. La expansión armada del Islam se inició en el siglo VII y en el IX ya habían alcanzado el Pacífico hacia el este y las puertas de Europa hacia el oeste, y en menos de un siglo habían liquidado la gran mayoría de los adoradores de Zoroastro que no se convirtieron al Islam, y hoy día son una religión minúscula. Donde se lee Adoradores de Zoroastro leed católicos, protestantes, judíos o agnósticos en Europa.
En su artículo de La Vanguardia del viernes 24, Pilar Rahola hacía un símil muy válido de la forma en que se está luchando contra el Islam radical al que comparaba con una hidra de siete cabezas, aunque se corte una quedan 6 y la cortada vuelve a crecer, la única solución es atacar el cuerpo a fondo y de manera decidida, a lo que solo añadiría que algunos de los que están al alcance de la hidra niegan su existencia
El segundo cabreo me lo ha provocado una vez más Gusana Díaz, que junto con el presidente socialista de Aragón han planteado la construcción del corredor Central y el abandono del proyecto del corredor Mediterráneo y encima Dña. Gusana ha afirmado que si ella llega a mandar jamás se construirá el corredor Mediterráneo. Los técnicos y expertos de la U.E., que son de lo poco que funciona bien en Bruselas, no solo calificaron el corredor Mediterráneo como prioritario e imprescindible sino que determinaron que el corredor Central es sumamente antieconómico entre otras razones porque el corredor Mediterráneo transcurre por la zona que produce cerca del 70% de las exportaciones y recibe cerca del 70 % del turismo, mientras que el Central en buena parte de su trayecto atraviesa páramos donde no se produce casi nada, pero en el imperio de la profunda estupidez que es la España actual no se tiene en cuenta para nada la viabilidad económica sino que las decisiones referidas a grandes infraestructuras solo se tienen en cuenta los antojos y fobias de quienes las deciden, razón por la que el país da la impresión de haber sido construido por imbéciles locos de atar que construyen grandes y espectaculares obras en zonas donde al día solo circulan cuatro fardos y menos seres humanos que el número de obreros que las construyeron, mientras no se tienen en cuenta o limitan como imbéciles las inversiones en zonas donde no solo se solucionarían graves problemas de congestión sino que la economía del país recibiría un buen empujón. Se ha de ser sumamente estúpido para ser la presidenta de una CCAA deficitaria y sin embargo negarse irracionalmente a la construcción de una infraestructura que solucionaría graves problemas de competitividad de algunas de las zonas que la financian para cubrir su déficit.